La herencia de Juan Peña 'El Lebrijano'
En un Lope de Vega lleno hasta la bandera, José Valencia recordó la figura del maestro fallecido el pasado mes de julio
Sevilla
Tan sencillo como emotivo resultó el homenaje que la Bienal de Flamenco tributó este domingo en el Lope de Vega a Juan Peña 'El Lebrijano', fallecido el pasado mes de julio. Y emoción hubo de principio a fin, desde el lamento del violín de Faiçal Kourrich mientras se proyectaban unas imágenes aéreas de Lebrija, la tierra del maestro, hasta la silla blanca de enea que, vacía, terminó presidiendo el escenario mientras José Valencia se apoyaba en ella para cantar la toná final después de rememorar el disco 'De Sevilla a Cádiz' que encumbrara al Lebrijano en 1969.
Entre esos dos hitos, la mejor herencia que pudo dejarnos el Gitano Rubio: sencillamente el flamenco que José Valencia, uno de su mejores herederos, fue desgranando por soleá, tientos tangos -ahí hubo momentos en los que calcó al maestro-, seguiriyas y bulerías. Sin olvidar el baile de Pastora Galván en el romance que abrió el espectáculo y más tarde por alegrías, en las que incluyó un poético cambio de vestuario sobre el mismo escenario del Lope de Vega.
Sin que nadie buscara la lágrima fácil, podemos decir que el maestro Juan Peña 'El Lebrijano' volvió a pasar por la Bienal de Sevilla.