La ley antibotellón andaluza cumple diez años con desigual resultado

Sevilla

La ley antibotellón de Andalucía cumplirá el próximo mes diez años desde su aprobación en el Parlamento autonómico. Una década después, el problema de la movida sigue sin solución. Lo denuncian los colectivos vecinales de los centros históricos de las ciudades andaluzas, que lamentan que la norma autonómica es un instrumento eficaz pero los ayuntamientos, competentes de su ejecución, la están frenando.

De hecho, la ley prohíbe las concentraciones de personas para beber en la calle salvo en los espacios habilitados, pero un gran número de ayuntamientos no han creado estos espacios.

Desde su aprobación en octubre de 2006, la ley antibotellón ha sido acatada por la mayoría de los ayuntamientos andaluces sin incidentes. La gran virtualidad de su aprobación, según un informe especial del Defensor del Pueblo andaluz, es que permitió crear un estado de opinión convenció a jóvenes y la sociedad en su conjunto de que el consumo de alcohol en la vía pública quedaba prohibido.

Sin embargo, según relata este informe del Defensor sobre la incidencia de la ley, no en todos los lugares de Andalucía ha surtido los mismos defectos, y ello se debe a que los ayuntamientos han renunciado a aplicarla por razones de política municipal, o porque la han aplicado de manera inadecuada.

Valoración que comparte la asociación de vecinos de centros históricos de Andalucía que se constituirá en noviembre con la movida como una de las principales preocupaciones. Su presidente, Alejandro González, afirma que 'fue un instrumento eficaz, pero los ayuntamientos frenan su aplicación porque no le dan órdenes a la policía local ante la presión de la hostelería'.

El problema no es tanto la botellona, dice esta organización vecinal, como las concentraciones de personas bebiendo en la calle en los entorno de los bares, prohibido también según esta ley. Un grave problema, denuncian, en ciudades como Mälaga o Sevilla, que según el defensor no ha interpretado correctamente la ley. Como estas capitales, Almería también optó por no crear un botellódromo. Sí lo hizo Jaén y Huelva, pero el onubense ahora está desuso y la movida es un problema destacable para los vecinos. Tampoco para los gaditanos. Granada ha tenido un espacio para botellonas durante 9 años hasta justo este mes de septiembre.