Primero yo, luego el partido y después los ciudadanos
El comentario de Alberto Calleja
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Palencia
El primer gran problema de este sistema, y de este país, a nivel político, y también empresarial, público y hasta privado, es que la gente válida no llega arriba. El sistema colocó hace mucho a los pusilánimes que no molestan y dicen siempre sí cuando el sistema así lo requiere, aunque sean torpes, en la pirámide de poder de cada organización. A partir de ahí quienes mandan, buscan gente a su alrededor aún menos válidos y torpes.
Y mientras los brillantes, quienes posibilitarían que nuestra vida fuera mejor, que el sistema fuera distinto, porque están preparados y entienden, se quedan abajo y no llegan.
No digamos en política, donde – como estamos viendo ahora en el PSOE, pero hemos visto también a lo largo de la historia en los partidos grandes que han tenido acceso al poder – es mucho más importante a quién apoyas que tu valía o que tus conocimientos.
Si estás en la cuerda buena – y la cuerda buena es simplemente la de aquel que al final llegue arriba – tienes opciones de llegar también y tener un buen puesto. Eso sí, además – como decíamos – tienes que cumplir con el resto de requisitos: decir siempre sí, independientemente de lo que pienses, cuando así te lo requieran. No hacer sombra al líder y seguir siempre las directrices de quienes, en ese momento, manden en tu partido.
El segundo gran problema es que muchos de entre los que llegan, si pueden meter la mano en la caja la meten. Pero lo uno tiene que ver con lo otro. El sistema – queda visto – no premia a quien tiene ideales y valores. No reconoce a quien vale. Y de aquel principio este final. De aquel polvo, este nauseabundo lodo que es la corrupción, que roba vilmente un dinero público, que es de todos, y que ni siquiera devuelven aquellos a los que pillaron metiendo la mano en esa caja.
Las últimas imágenes dentro de Ferraz – supongo que en la calle Génova a lo largo de la historia se hayan visto parecidas o iguales – dejan claro que quienes llegan – o ansían llegar – lo tienen claro: primero ellos, luego el partido y al final… muy al final, nosotros, los ciudadanos.
