La estación que pudo ser

Palencia

Acaba de cumplirse un año de la llegada del AVE a Palencia y hay que reconocer que ha supuesto un revulsivo para la ciudad con un incremento notable de visitantes y turistas que han notado tanto el comercio como la hostelería.

Ayer mismo, la Diputación, anunciaba su intención de abrir un punto de venta de Alimentos de Palencia en la estación dirigido, sobre todo, a esos visitantes, una muy buena idea dado lo triste de nuestra estación.

La verdad que, todas las estaciones de capital de provincia que conozco, y no digamos ya en aquellas donde llega el AVE, se han acometido reformas para hacerlas atractivas a los viajeros, con opciones diversas para adquirir prensa, regalos o alimentos… Todas, menos la de Palencia.

Nuestra estación se asemeja a una travesía en el desierto… Ventanillas, cafetería y poco más.

Hace unos años cerraba el kiosco de prensa y desde entonces nunca más se supo. Si uno quiere comprar la prensa, algún libro o pasatiempos, o lo trae de casa o no hay nada que hacer. Hasta donde me alcanza la memoria no recuerdo un caso así en otras ciudades.

Tenemos una infraestructura de primera con unas instalaciones de tercera. La estación de Palencia inspira una tristeza absoluta, por vacía, fría, falta de servicios y expectativas.

Si nos situamos en el andén de llegada del AVE comprobamos cómo sólo está arreglada y adecentada la parte donde para el tren, la valla que separa ambas zonas muestra la otra cara, de abandono, suciedad, basura y rastrojos. Esa misma zona presenta un suelo impracticable todo levantado por las raíces de los árboles, y la caseta allí ubicada con sólo pintada y adecentada la parte visible, una pared, y el resto como hace años, algo surrealista.

Una estación fantasma sin ninguna concesión al viajero, más que el de la cafetería, de ahí que felicite a la Diputación por la iniciativa presentada. Imagino a los viajeros realizando sus compras de última hora para llevar un recuerdo de su viaje a Palencia, en la misma estación, para no ir cargado todo el día. Imagino el escaparate que pude suponer para nuestros productores, al alcance de todo aquel que visite Palencia y lo imagino también como refugio de los palentinos, con un antojo de última hora o una cena imprevista.

La estación es el primer punto de acceso a la ciudad y debemos luchar por tener un espacio acogedor, con oferta de actividades y productos o información turística.

Lo cierto que me pongo en la piel del visitante y me imagino bajando del tren viendo esa estación, medio fantasma y según salgo ese parque de los Jardinillos lleno de suciedad, pintadas y abandonado de la mano del Ayuntamiento… Y me dan ganas de salir corriendo en otra dirección. Pero esa ya, es otra historia…