El asesino del vicario de San Isidoro tenía alterada su voluntad

Sevilla

José Eugenio Alcarazo, el acusado de la muerte del vicario de San Isidoro, tenía entre "leve y moderadamente" alterada su voluntad cuando cometió el crimen; aunque sabía lo que estaba haciendo. Así lo han explicado los peritos psiquiatras ante el jurado. El individuo le asestó nueve puñaladas en el portal de su vivienda, una de ellas en el corazón y luego llamó a su mujer, que era la sobrina de la víctima, para decirle que su tío se estaba desangrando.

Los forenses han descrito al supuesto asesino como un hombre con un trastorno adaptativo que no tolera las frustraciones y no es capaz de afrontar los problemas graves que se le presentan. Una persona que no tiene relación ni con su madre ni con sus hermanos, que no tiene amigos y que siempre culpa a los demás de sus fracasos mientras él se presenta como la víctima.

En este caso, consideraba al sacerdote el culpable del fracaso de su matrimonio. De hecho le dijo a otro psiquiatra que lo atendió en el juzgado de guardia que había matado a un hombre porque le había destrozado la vida. Y la agresión al sacerdote también formaba parte de su deseo de agredir indirectamente a su esposa.

Los peritos que han declarado en la tercera sesión del juicio han dicho que el arrepentimiento que ha mostrado es por "la ruina que se ha buscado".

Los forenses que realizaron la autopsia al cuerpo han manifestado que el ataque debió producirse de frente y que el vicario presentaba las heridas típicas de una persona que trata de parar una agresión.