Pongamos que les hablo de Mallorca
Ningún ser humano ha pronunciado jamás la frase "soy balear". No se entendería como un signo de vocación ecuménica, sino como una renuncia cobarde a la isla concreta.

'La línea roja' de Matías Vallés (14/10/16)
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Palma de Mallorca
En la confianza que otorga un año de comunicación continuada, no estoy teniendo excesivas dificultades para hablarles de política, aunque a menudo no compartimos ideario.
Tampoco me molesta herir de tanto en cuando sus susceptibilidades, levemente. En cambio, lo de Balears y Mallorca no lo llevo nada bien.
Ningún ser humano ha pronunciado jamás la frase "soy balear". No se entendería como un signo de vocación ecuménica, sino como una renuncia cobarde a la isla concreta.
Me cuesta horrores englobar a Ibiza en lo que solo conozco como mallorquín. Me resisto a hablar de Balears por no contaminar a las otras islas. Presumo de ser el periodista que ha pronunciado más veces la palabra Mallorca, pero quién soy yo para efectuar una mínima sugerencia a los menorquines.
En estos diez meses de tachar continuamente Mallorca para poner Balears, he estado a punto de pedirles una licencia especial para hablar indiscriminadamente de mallorquines, en referencia a cualquiera de las islas.
Lo sé, es una agresión intolerable, mi pesadilla recurrente es que entrevisto a Sean Connery, me dirijo a él como "actor inglés" y el escocés me expulsa de la sala.
En lo más sagrado, ningún turista ha anunciado jamás que "veraneo en Balears", sino que especifica la isla en concreto. En fin, estos dilemas solo se plantean en Mallorca. En Balears, quería decir.




