Lecciones que devaluan la política y ponen en riesgo la convivencia

Ciudad Real
Ante la machada de un edil de Badalona rompiendo públicamente ante las cámaras de televisión, con soberbia y chulería, la notificación de una resolución judicial, uno, que considera y está acostumbrado a respetar a la Autoridad legal y legítimamente constituida –incluida la de ese edil-, se queda, cuanto menos, pasmado.
¿Cómo es posible que quién participa en el gobierno de un Ayuntamiento cometa semejante acto de desprecio a la autoridad e incitación a la rebeldía? Y que, además, muestre su satisfacción por ello e infle su ego con el apoyo de unos cuantos palmeros insensatos.
No sólo los corruptos, también personajes como éste devalúan la clase política. Semejante acto de desprecio y desafío a la Justicia no tiene encaje en un Estado democrático y de derecho como lo es España y dice mucho de la calidad humana, intelectual y política de sus protagonistas.
Sucesos de esta naturaleza no solo desafían a la autoridad, son una pésima lección para la ciudadanía por lo que de incitación a la desobediencia, la insumisión y el desprecio conllevan, y restan prestigio a la clase política. Con estas lecciones no sólo debilitaremos nuestras instituciones -todas- sino que haremos quebrar los cimientos de nuestra pacífica convivencia; ésta en la que se concilian desigualdades, se puede opinar discrepando y se respetan creencias e ideologías.
A lo largo de mi vida, he sido testigo del paso de varias generaciones de políticos –de izquierdas y de derechas- que se han entregado a la causa pública, nos han dado lecciones de honradez, civismo y respeto y han contribuido al engrandecimiento y prestigio de la Nación Española.
Es una pena que algunos de los políticos de hoy no sigan su ejemplo y caigan en comportamientos incívicos, antidemocráticos o incluso presuntamente delictivos. No es justo que por estas minorías, la clase política ocupe las escalas más bajas del barómetro del CIS en lo que a valoración social se refiere.
Llevar las riendas de un País, una Comunidad Autónoma, una Diputación o un Municipio no es nada fácil, genera muchos quebraderos de cabeza, exige muchas horas –también las de la familia- , salvo casos muy concretos no está pagado y, además, la bandada de oportunistas y tunantes que se mueven alrededor del poder generando tentaciones y engaños hacen que la política se convierta en una profesión de riesgo.
Es por ello que quiero apelar en estas líneas a la meritoria labor de todos esos hombres y mujeres que están o han estado en política movidos únicamente por su vocación de servicio a España y a los intereses generales de los españoles, y no por dinero, ansia de poder, resentimiento u odio. A ellos el más alto reconocimiento y sincero agradecimiento.
Y para los otros, incluido ese señor de Badalona que se ha mostrado tan diestro en rajar notificaciones judiciales, simplemente la reflexión ante las urnas y la Justicia.
Emilio D. Durán Arche




