Estamos muy vistos
Los turistas nunca son demasiados, aunque a veces lo parecen. A menudo son los residentes extranjeros quienes nos sensibilizan sobre el dramatismo del impacto turístico.
'La línea roja' de Matías Vallés (17/10/16)
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Palma de Mallorca
Empiezan a desfilar los turistas de la campaña más multitudinaria de la historia de Balears, abandonando a los residentes a nuestra soledad invernal. Nunca tanta gente había pasado por una porción tan pequeña del planeta en un lapso tan corto.
Los turistas nunca son demasiados, aunque a veces lo parecen.
A menudo son los residentes extranjeros quienes nos sensibilizan sobre el dramatismo del impacto turístico. Estoy pensando en concreto en Curtis Roosevelt, el nieto mayor del presidente Franklin Delano Roosevelt, un niño que correteaba por la Casa Blanca y tropezaba con Churchill durante la Segunda Guerra Mundial.
Curtis Roosevelt se instaló en Deià con su esposa, tras jubilarse como funcionario de la ONU. Era un mallorquín ejemplar, que habitaba una envidiable y coqueta casa tradicional.
Un día, Roosevelt anunció que se marchaba. Lo curioso era la razón ofrecida. No podía soportar sentirse continuamente observado, que miles de personas cada año se acercaran a su casa, la contemplaran, la fotografiaran, la ansiaran.
No lo dijo explícitamente, pero Roosevelt se sentía como un animal en un zoológico.
En el cierre de campaña, pregúntese cuántas personas lo han examinado a usted o a su vivienda como si fuera 'typical' y formara parte del paisaje. Así ocurrirá de nuevo el verano próximo. Estamos muy vistos.
