Al insti
La Firma de Manuel Acero
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Palencia
Aunque en la radio resulta difícil imaginar el aspecto de las personas escuchando sólo su voz seguro que pueden suponer que yo fui a la E.G.B.
Por si a alguno no le suena, la Educación General Básica era el sistema educativo que estuvo varias décadas vigentes en España y que no debió funcionar mal ya que toda una generación crecimos con él y guardamos un recuerdo positivo de aquella etapa.
Ahora no voy a ponerme nostálgico con aquellos años ni comparto esa reivindicación de algunos compañeros que añoran aquella EGB como si se tratará del Edén de la Educación. Simplemente creo que cumplió una función razonablemente y que llegó un momento en que se quedó obsoleta y había que cambiarla para mejorarla.
Y aquí es donde han venido un montón de líos. No voy a hablar de las leyes de educación complejas, fallidas o tendenciosas que llevamos sufriendo en este país desde hace más de 15 años porque sería un asunto que me viene grande.
Hoy solo quería reflexionar sobre un aspecto muy puntual que me tiene a caballo entre lo preocupado y lo sorprendido.
Verán, yo salgo de casa a diario sobre las 8 de la mañana y paso por delante de un instituto público de secundaria donde a esa hora van entrando los alumnos para recibir sus clases. Todo normal salvo porque veo que por la misma puerta entran chavales muy distintos. Sí, veo a niños de 11 años con sus mochilas y otros que ya no son niños, que no sólo les sacan no una, sino dos cabezas y con formas y hábitos que no siempre son ejemplares.
Yo cuando fui al instituto contaba con 14 años y fue un choque, entre otras cosas porque mi EGB la hice en colegios que desgraciadamente no eran mixtos. A pesar de esos 14 años era un crío y como yo la mayoría de mis compañeros. Ahora los escolares de los centros públicos con 11 ó 12 años llegan al instituto, ¡se ha adelantado en dos años su acceso a esta etapa!! que implica dejar su colegio, cambiar de centro, de compañeros y para muchos escolares del medio rural hasta abandonar su pueblo.
Tengo mis dudas que con 11 años los niños tengan la madurez suficiente para dar ese paso con seguridad y que los profesores de instituto tengan la capacidad y tiempo para poder atender sus necesidades adecuadamente. Además está el daño colateral que los institutos no cuentan con servicio de comedor y al salir de clase los chavales que tienen padres que trabajan se encuentran comiendo solos en casa.
Sin querer meterme en campos que no domino creo que hay una frontera entre los 13 y 14 años, en la que antes se abandonaba el colegio, donde se da un paso a una vida de más mayor, de adolescente, con un cambio físico y mental que cada vez la sociedad adelanta más. Prueba de ello es llegar al instituto con 11 años y compartir los centros de secundaria con chavales totalmente desarrollados y que en muchos casos tienen muy poca motivación para el estudio.
Seguramente esta circunstancia no sea una de las causas que contribuye a los malos resultados que tenemos Secundaria tanto a nivel académico como social o… quizás algo sí.