Sociedad
MICROMENTARIO

“Las cosas no son como son, sino como se recuerdan”

Pepe Belmonte anda esta semana un tanto 'nervioso' por su próxima cita: una comida con amigos y amigas de la infancia

Pepe Belmonte, catedrático de Literatura en la UMU. / Cadena SER

Murcia

Los viejos amigos

Pepe Belmonte / Micromentario (17-10-16)

02:05

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Los viejos amigos es el título de una de las mejores novelas del valenciano Rafael Chirbes, autor de otras dos o tres maravillas como Crematorio y, sobre todo, En la orilla, que un servidor les recomienda muy encarecidamente a todos ustedes.

Viene a cuento el título Los viejos amigos porque dentro de unos días, el sábado próximo, voy a asistir a un almuerzo en un restaurante de la Huerta en donde nos hemos dado cita casi medio centenar de personas, amigos de la infancia y la juventud, que hace décadas que no tenemos contacto. Veremos qué sucede.

Les confieso que me da un poco de miedo que nos volvamos a mirar a la cara y en vez de recordar los viejos tiempos, nos dediquemos a contar nuestras arrugas, nuestras numerosas patas de gallo, los cabellos canos de nuestra ya desnutrida molondra. Y hablemos de hijos y de nietos, de achaques, de jubilaciones, de médicos y balnearios del Inserso.

En la novela de Chirbes, aquellos viejos amigos, que de jóvenes compartían el sueño revolucionario de querer cambiar el mundo, que estaban dispuestos a llevarse la vida por delante, como dice el verso de Gil de Biedma, se han convertido en un constructor sin escrúpulos, en un pintor de brocha gorda que quería ser artista, en una profesora harta de su profesión o en un novelista fracasado, cuyos relatos no lee nadie.

Se deja así bien patente el abismo existente entre la realidad y el deseo, como dejó dicho el inolvidable Luis Cernuda en uno de sus más conocidos poemas.

Mentiría si no dijera que he puesto toda mi ilusión en esa comida en la que vamos a coincidir un montón de personas, ya de una cierta edad, entre los cincuenta y los sesenta y pico años, que jugamos juntos, que fuimos a la escuela juntos, que compartimos esas calles y esos rincones del pueblo que entonces nos parecían inacabables, infinitos como una tarde de verano. Haré caso a Valle Inclán, quien proclamaba que, en el fondo, las cosas no son como son, sino como se recuerdan.

Pepe Belmonte

 
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