‘En busca de la ilusión’

Algeciras

Hay quién dice que el tiempo rechaza con soberbia costumbres y tradiciones que una vez guiaron nuestras vidas. Puede ser cierto en algunos casos, pero en otros es la voluntad del hombre la que permite que determinados usos se diluyan en la dictadura del tiempo. Costumbres como reunirnos en torno a una mesa a comer, charlar o ver la televisión. Actos que parecerían de lo más normal hace unas décadas, ahora son todo un reto en la familia. La televisión, arma de doble filo, influye necesariamente en este asunto. Hay programas que incitan al diálogo, otros dividen opiniones y promueven discusiones y enfados... Los hay que crean un ambiente de paz y cordialidad en torno a ellos que hace deseable su emisión. Programas que, sin recurrir a informaciones sacadas de los vertederos ni a encendidas opiniones políticas, nos reconcilian con el ser humano y hacen que nos sintamos orgullosos de ser buenos, honestos y trabajadores. Donde se potencian la amistad y el trabajo en los jóvenes sobre todo, tomando como ejemplo a personajes públicos que han triunfado en su profesión gracias al tesón y la voluntad. Me refiero a los concursos como pudiera ser La Voz, por poner un ejemplo. A millones de distancia de esos realities vomitivos que tienen el sospechoso interés en demostrar que los jóvenes y no tan jóvenes que llenan nuestras calles son como ellos. La gente normal, se parece más a esos chicos sencillos e ilusionados que se presentan a los concursos que a los que protagonizan esa especie de teatro de marionetas que inventan unos cuantos jerifaltes de los medios para atraer audiencias y ganar dinero.

Es absolutamente consolador comprobar que es más, la gente que se pone en marcha por la aspiración de vivir de lo que les mueve y les ilusiona. Seres que aparecen en todas las versiones posibles: personas fuertes, otras frágiles, a veces perdidas y que a medida que discurren las semanas, se van mostrando capaces y seguras de sí mismos. Seres que, aún arrastrando los sinsabores de la vida, son capaces de vislumbrar una esperanza de futuro si trabajan, y que descubren el sentido de sus vidas en la lucha hacia el objetivo marcado. A su lado, personajes famosos, que a costa de su tesón han conseguido aquello a lo que una vez aspiraron y que son el mejor referente, con su trato considerado y lleno de respeto, para estos jóvenes soñadores. Admirable comprobar cómo entre los concursantes y los profesores, nos atrapan a todos en la red de su buen hacer. Cómo nos involucran en sus vidas de manera sencilla, sin escándalos, simplemente dejando que veamos como son de verdad para que nos identifiquemos con ellos, nos alegremos de sus triunfos y suframos con sus pequeñas derrotas. Para estos programas nuestro mayor agradecimiento, por proporcionarnos horas de placer y alejarnos de la violencia y la sinrazón del día a día.