¡Basta ya de insultos!

Palencia

Esta semana me ha molestado ver ciertos comentarios en las redes sociales de Palencia. La gente defendía sus opiniones insultando al que piensa distinto. Uno puede estar de acuerdo o no con ciertas expresiones artísticas, pero no hace falta llegar a la crítica ácida y vejatoria.

En todo debate público sobran los insultos. Todo diálogo tiene que partir del respeto al que opina diferente. Me da pena leer estos días a personas que se creen en posesión de la verdad y están muy lejos de los valores evangélicos que dicen defender. El amor y la misericordia se practican primero con el que piensa diferente a mí.

Por otro lado, estoy observando como algunos personajes públicos que hablan de respeto, tolerancia, libertad de expresión, defensores de los derechos humanos… están todo el día faltando el respeto a las personas que podamos opinar distintos que ellos. Uno se puede manifestar en un acto público, pero no hay que interrumpirlo a base de insultos y con caras tapadas. No hace falta llamar delincuentes a los parlamentarios oponentes para defender mis ideas.

Vivimos en la época de la demagogia. No se defienden principios, ni ideas. Yo machaco al adversario y me río de él o le insulto de forma cobarde. Estoy cansado que tanto unos como otros digan que defienden el interés general. No, perdón defienden, sólo sus intereses. Aquellos que hablan en nombre del pueblo se convierten en dictadores o iluminados. Aquellos que se quedan en su sillón sin dar un paso al frente, no pueden querer el bien común de los ciudadanos.

Todos tenemos nuestra verdad, pero nadie tiene la verdad absoluta. No soportó a las personas que piensan que los suyos hacen siempre las cosas bien y no se equivocan. Y los contarios siempre hacen todo mal. Muestra poca inteligencia.

Es el momento de pedir respeto y de seguir respetando al diferente, y no dejar que esos que quieren crispar nos lleven a su terreno y acabemos todos usando el lenguaje de la violencia, la tiranía y la opresión.

Hay gente que quiere poralizar la sociedad en dos bandos. Se llevan los extremismos, auspiciados por algunos medios de comunicación. Volvemos a las trincheras. El problema es que una gran parte de la sociedad, por no decir una gran mayoría, estamos en medio de toda esta situación.

Yo no me voy a rasgar las vestiduras por cosas que estoy observando. Pero me parece denigrante que para ser progre haya que insultar o despreciar las creencias de ciertas personas. Como tampoco soporto a los apologetas de turno que ven en ciertas fuerzas políticas al mismísimo demonio o están acusando todo el día de terroristas al adversario.

Es urgente que en este momento social y político reine la tolerancia, el respeto, el dialogo, la defensa de los derechos humanos, el aceptar las cosas buenas del adversario.

Creo en el dialogo, en la construcción de un mundo mejor. Creo que no podemos excluir, sino incluir. Creo que los consensos que necesita la sociedad española tiene que eliminar todos los ismos.

Tenemos que ser utópicos. Se puede trasformar la sociedad, hay que cambiarla, pero no desde el insulto o la eliminación del adversario. Todos podemos sumar, ya sabemos a lo que nos ha conducido los movimientos que han querido restar.