El PSOE y su esquela
A Coruña
El Partido Socialista Obrero Español falleció en su casa de la calle Ferraz en Madrid a los 137 años de edad, confortado con los auxilios conceptuales y la bendición de su Comité Federal. Su esposa doña Coherencia, hijos Felipe y José Luis, barones y baronesas, simpatizantes y afiliados, pocos, al comunicar tan sensible pérdida les invitan a la conducción de sus restos mortales que tendrá lugar hoy sábado con salida de la Carrera de San Jerónimo al panteón de la historia donde quedarán depositados sine die. No se recibe duelo.
Ciertamente, la crónica de una muerte anunciadísima dada la gravedad de la sintomatología que mostraba el paciente. Insuficiencia autocrítica respiratoria, arritmias con cambio de pulso político constante, olvido de su pasado, inadecuación de su función vital, amnesia social aguda y pérdida de masa muscular debido al abandono ininterrumpido de su electorado. Total, que entre todos lo mataron y él solito se murió. Se esperaba la conversión de Rajoy en partiricida pero al final Bruto subió al escenario en forma de Antonio Hernando y apuñaló al agonizante.
Las mesnadas pepedeñas del Parlamento convertidas en plañideras lloran sin consuelo un cadáver que en el fondo les viene como Dios, aunque con la boquita pequeña hablen y no paren de la importancia histórica del PSOE, de su papel fundamental en el desarrollo de España, de su esfuerzo por ponernos en Europa, de lo transcendental de su papel como equilibrador de fuerzas y todos esos elogios post morten que suelen ser habituales en un entierrro que se precie.
Mi opinión personal es que el difunto estaba equivocado, que el entorno familiar, digámoslo así, aconsejó muy mal las decisiones finales, que no hubo ni coherencia ni respeto al electorado, ni consideración con los afiliados, ni tan siquiera talante democrático en la exposición de las razones, para una y otra medidas. Se debió haber mantenido el NO hasta el final, primero porque Rajoy no se merece otros cuatro años de presidencia, porque los españoles tampoco nos merecemos otra candidatura del PP, porque otras elecciones no hubieran sido cuestionantes de una situación de vida o muerte y , aunque ciertamente el PP subiría más y el PSOE bajaría más, los resultados serian más acorde con la voluntad democrática del país y obligaría a los socialistas a una refundación o reencarnación radical de sus principios y práxis política. Ahora estamos ante un gobierno sin mayoría, una oposición disputada a tres bandas -PSOE, Podemos y Ciudadanos- y una realidad cotidiana imposible de controlar en un Parlamento que, lo verán, no será sino una merienda de negros en la obscuridad de un túnel.