Mucho imbécil por metro cuadrado en Palencia
El comentario de Juan Francisco Rojo

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Palencia
Si nos dieran un euro por cada imbécil que hay en Palencia, nos haríamos de oro. Cierto es que los imbéciles no son patrimonio exclusivo de nuestra capital, ya que es en la ciudad donde quiero centrar mi comentario de hoy.
El domingo pasado, paseando por Palencia me cruzo con papeleras arrancadas, plantas maltratadas, mierdas de perro al por mayor, algún contenedor volcado con los desperdicios por el suelo, pintadas en edificios públicos y particulares… y paro aquí porque podría continuar relatando el rastro que dejan los imbéciles a su paso como babosos caracoles.
No, no son vándalos. No, no son gamberros. Son imbéciles, con mayúsculas. Porque hay que ser de ese género y condición para devaluar y deteriorar tu entorno. Y aunque se habla de concienciación, educación, prevención, y otras posibilidades que acaban en “ción”, cada día estoy más convencido de que el imbécil de nacimiento no tiene arreglo.
Y esto no es patrimonio exclusivo de la juventud de la que tan mal hablan algunos mayores. Algunos nacen imbéciles, envejecen en la imbecilidad más absoluta y, si hay más allá, que yo creo que no, seguirán siendo imbéciles al lado de San Pedro o ardiendo en las calderas de Pedro Botero. Y no les llames la atención, por supuesto. No te enfrentes a ellos. Ni siquiera con educación. Que alguno te suelta aquello de “¡A que te meto una hostia!”... y se queda tan pancho.
Un día reproché su actitud a uno de estos tipos de una sola neurona. Y su respuesta fue bravucona. Yo paseaba con mi perra, con mi Nala. Miré al imbécil a los ojos. Luego hice lo propio con mi perra. No me costó confirmar quién era más inteligente de los dos. Saquen ustedes su propia conclusión.
Lo peor de todo es que el ciudadano de a pie tiene la sensación de que no sirve de nada quejarse. El imbécil de nacimiento o de convencimiento tiene la cabeza tan hueca, que los consejos, las amonestaciones y hasta las sanciones flotan en la nada en el vacío de unas vidas anodinas y mediocres que necesitan del incivismo para tener alicientes. No sólo son imbéciles. Además son mala gente. Y no hay peor casta que la de los imbéciles con mala sangre.

Juan Francisco Rojo
(Palencia 1966) Comenzó su andadura periodística en Radio Palencia de la Cadena SER el 1 de octubre...




