Okupas en los terrenos de Repsol

Málaga

El gran descampado que lleva siendo durante años los terrenos de Repsol ha propiciado la aparición de chabolas y el asentamiento de personas sin hogar en esta extensa finca, ubicada en pleno conglomerado urbano.

La Cadena SER ha recorrido los terrenos, con 177.000 metros cuadrados de extensión, que siguen en desuso tras el desmantelamiento de los bidones de Repsol acordados hace ahora 15 años.

El bloqueo político y la negativa a realizar la consulta para decidir el futuro de la zona no augura un final rápido a la situación de la finca.

Un recorrido por los terrenos de Repsol

Semioculta por la vegetación, en el corazón de la parcela de Repsol, se ubica una de estas chabolas. Un hornillo, una botella a medias de aceite o enseres para cocinar forman parte del mobiliario. Junta a la ‘cocina’, una zona para dormir con una sábana por puerta.

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Su moradora es extranjera y afirma llevar allí en torno a dos semanas porque no tiene donde vivir. “No tengo dinero para pagar”, decía en referencia a un alquiler. “Vivo en Málaga hace un montón de tiempo, antes alquilé un almacén pero no me dejaban vivir allí, hasta que busque una casita, voy a vivir aquí ¿Qué quieres que haga?”.

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Unos metros más abajo, hacia calle La Unión, otra pareja de españoles admiten vivir en la parcela de la antigua petrolera entre la vegetación. “Estamos viviendo aquí, debajo de este árbol, porque como se nos terminó el trabajo este verano, al no poder pagar el alquiler nos hemos tenido que venir aquí”, señala un joven que sale de entre los árboles. Frente a él, un colchón y varios enseres que han sacado a secar. Su pareja no quiere hablar. Salieron de un edificio ocupado en Juan 23. “Aquí viven muchas personas y no nos metemos con nadie, respetamos a los vecinos...”, señala él, que asegura no sentir inseguridad al dormir en el descampado: “Inseguridad no, aquí nos conocemos todos, aquí nos vigilamos unos a otros”.

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Los vecinos de la zona son testigos de la presencia de personas viviendo en la finca y de la situación de la parcela; las ‘chabolas’ más evidentes se encuentran junto a calle Bodegueros, hechas con enseres varios. “Las chabolas cambian de ubicación, estas personas tienen derecho a vivir, pero en un sitio digno. Ha habido grupos que han tenido hasta 16 personas”, explica Juan Campoy, representante de la Federación vecinal Unidad.

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Al ayuntamiento de Málaga este asunto no le pilla de nuevas. El concejal del distrito de Carretera de Cádiz, Raúl Jiménez, reconoce que saben de la existencia de pequeños grupos en los terrenos: "Sí que hemos visto 6 u 8 personas, nunca más, que han ido rotando y que procedían en un primer momento de un edificio ocupado en Juan XXIII, es un grupo reducido que no produce alboroto ciudadano, están allí y los servicios sociales si han ido alguna vez por si quieren recibir ayuda o hacer uso del albergue municipal". El edil también explica que se han llevado a cabo intervenciones policiales o de limpieza ante estas situaciones.

Escombros, basura y hasta colonias de gatos

La estampa de los antiguos terrenos de Repsol suma zonas de escombros en la parte norte, o de basura, sobre todo enseres viejos, en la parte sur, donde hay más vegetación salpicada entre caminos o zonas con tierra allanada.

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Divide la finca la pequeña carretera proyectada por el equipo de gobierno para conectar Juan XXIII con el bulevar.

No faltan en la parcela las colonias de gatos. Hay quien se acerca para echarles a comer, como nos reconoce una mujer que incluso ha puesto nombres a los felinos como “Leti, Macu o Simón”. Se encuentran en la parte más cercana a Dos Hermanas.

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Olor a petróleo

Como en la canción Yesterday de los Beatles, el pasado de la antigua parcela de Repsol vuelve para quedarse. Y lo hace cada vez que llueve, según los vecinos, porque la tierra deja al descubierto el olor a petróleo en la parcela, que desde los años sesenta y hasta el año 2000 estuvo almacenando crudo en inmensos tanques. “Esto es lo que está más virgen de todo el solar, y ahí los charcos huelen a petróleo”, explica Juan Campoy, señalando una parte de los terrenos cercana a Bodegueros en la que sostiene que no han llegado a los aportes de arenas de otras zonas.

No en vano, el propio equipo de gobierno reconoce que probablemente haya que descontaminar la parcela, para lo que se ha encargado un informe la Sareb (el banco malo), propietaria de cerca de un tercio de la edificabilidad de los terrenos.

Y, paradojas de la vida, es ahí, en esa zona donde huele a crudo, en la que llegó a haber un huerto urbano de vecinos del barrio. “Traían el agua desde fuera, mira, aún quedan plantas de berenjenas. Y esta es de acelgas”, explica Bernardo, otro vecino de la zona.

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Bloqueo político y urbanístico

La parcela de los terrenos de Repsol ha estado almacenando petróleo procedente del puerto y con destino a la refinería de Puerto Llano (Ciudad Real) desde los años 60 hasta que en 2000 cesó su actividad. Un año después, se firmó el convenio para destinar a un parque estos terrenos con una pequeña parte de viviendas; más adelante, en 2006, el alcalde, Francisco de la Torre triplicó la edificabilidad para permitir a una constructora la edificación de cuatro rascacielos y una zona verde. Pero la crisis dio al traste con el proyecto inmobiliario, la propietaria de los terrenos quebró y el ayuntamiento tuvo que quedarse con el 70 por ciento de la finca; el 30 restante pasó a manos del Banco Malo. Y ahora, la oposición, en mayoría, le pide al regidor que renuncie a esa operación urbanística, algo rechazado tajantemente De la Torre.

Esto, junto al bloqueo de la consulta popular aprobada en pleno dos veces (por el rechazo de los populares a llevarla a cabo, argumentando que es inviable), presentan un escenario incierto para los terrenos de Repsol y no auguran un final rápido a la situación de la finca. Y es que 16 años después de que se acordaran desmantelar los bidones de petróleo, el corazón de Carretera de Cádiz sigue siendo un descampado de 17 hectáreas.

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