‘Contra el extremismo, la palabra’
Que en el mundo convulso en el que nos ha tocado vivir, la palabra sea, hoy más que nunca, un instrumento contra el fanatismo y la barbarie, y nunca lo contrario.

Firma Rosario Pérez, 'Contra el extremismo, la palabra'
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Algeciras
Reconozco que los años me han vuelto un poco incrédula, y que a veces, algunas veces, he perdido la fe en este oficio, y he llegado a dudar de que, realmente, las palabras y las ideas puedan cambiar el mundo.
Y sin embargo, de vez en cuando me tropiezo con vivencias como la de los Congresos de Periodistas del Estrecho, y entonces algo dentro de mí se rebela, y esa vocecita interior que a veces se apaga recupera la fuerza perdida y me recuerda que todo es posible, que la fe mueve montañas, y que la palabra sigue siendo un arma cargada de futuro.
Anoche regresé a casa, después de pasar cuatro días en Marruecos compartiendo reflexiones, ideas y vivencias, profesionales y personales, con un buen puñado de compañeros de ambas orillas del Estrecho, y regreso, como siempre, con las pilas cargadas… y satisfecha, además, de comprobar, una vez más, que el diálogo sí que sirve, que siempre sirve, aunque sólo sea para acercar visiones, desterrar prejuicios, derribar mitos y resquebrajar fronteras culturales que no lo serían tanto si todos, a un lado y otro de este puente de agua, pusiéramos un poquito más de nuestra parte en tratar de conocernos y comprendernos.
“Cultura y Medios de Comunicación frente al Extremismo”: ése era el título elegido en esta ocasión por nuestros colegas de la Asociación de Periodistas del Norte de Marruecos para el 34 Congreso de Periodistas del Estrecho, coorganizado junto con la Asociación de la Prensa del Campo de Gibraltar, y celebrado en la ciudad costera de Martil entre los días 10 y 13 de noviembre. Y de eso, fundamentalmente, hemos estado hablando: del compromiso que los periodistas y los intelectuales podemos y debemos asumir para que, en el mundo convulso en el que nos ha tocado vivir, la palabra sea, hoy más que nunca, un instrumento contra el fanatismo y la barbarie, y nunca lo contrario.
Uno de los ponentes con los que hemos tenido el privilegio de contar, un experto del Departamento de Seguridad Nacional que, sin duda, sabe bastante bien de lo que habla, nos recordó que los periodistas tenemos un importante papel que cumplir en la lucha contra la propaganda del terror y la difusión de los mensajes de las ideologías extremistas. Yo estoy convencida de que lleva razón, y de que si todavía es posible creer en un Periodismo serio, honesto y riguroso, los periodistas tenemos la obligación de difundir siempre una información basada en datos reales y objetivos, no en percepciones distorsionadas, frente a la narrativa de todos esos extremistas que han encontrado en las nuevas tecnologías una peligrosa aliada, y que se aprovechan del Periodismo sensacionalista para expandir su propaganda.
Tal y como se recoge en el documento de conclusiones elaborado por la Asociación de la Prensa del Campo de Gibraltar al término de este Congreso, no ser cuidadosos con lo que retuiteamos, por ejemplo, dejarnos llevar por la inmediatez y recurrir al titular fácil puede provocar, en no pocas ocasiones, que le acabemos haciendo el “trabajo sucio” a los extremistas, y que contribuyamos, aunque sea de forma involuntaria, a la difusión de sus mensajes. Y eso, con la que está cayendo, es algo que, como periodistas, no nos debemos perdonar, y que, como ciudadanos, ni siquiera nos podemos permitir




