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EL MADRID DE HÉCTOR ALTERIO

“Yo tenía vocación de cantante de tango”

El actor interpreta a un enfermo de alzhéimer en la obra de teatro El Padre

Mónica Ovejero

Madrid

Dice Héctor Alterio que si no hubiera hecho esta entrevista quizá hubiera estado participando en otra función, o que tal vez hubiera aprovechado para realizar un pequeño viaje. Sin embargo, decidió pasar media hora del jueves descubriéndonos su mapa de Madrid, donde ha vivido los últimos 42 años.

A Vivir Madrid | El Madrid de Héctor Alterio

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Aquí se trajo los ecos de su Argentina. Para él, las calles de Madrid suenan a tango y siempre tienen un punto de nostalgia. Ahora que está cerca de los 90 años acude frecuentemente a los recuerdos de su adolescencia. “Entonces yo no tenía televisión, solo escuchaba la radio”, rememora.

Aún se emociona escuchando Mi Buenos Aires querido, de Gardiel, que le recuerda a su casa, en la que siempre había música. Tal vez por eso siempre tuvo la vocación frustrada de ser cantante de tango.  No solo mira hacia atrás en el tiempo: otra de sus canciones predilectas es Volver, porque siente que habla de él, que nunca regresó a su tierra para quedarse.

Llegó a España en 1974 porque la película La Tregua, dirigida por Sergio Renán protagonizada por Héctor Alterio, figuraba en el Festival de San Sebastián de aquel año. Era su primer viaje a Europa. Dice que estaba “en el mejor de los mundos” mientras pasaba sus últimos días en el Hotel Wellington de Madrid cuando le llegó una carta. Estaba firmada por un grupo ultraderechista argentino. Dentro decía que si no abandonaba el país sería ejecutado, junto con otros compañeros actores. No se sabía qué iba a pasar con Argentina, pero todo anunciaba que llegaban tiempos complicados, así que instó a su mujer a trasladarse a España junto con sus hijos. Al día siguiente aparecieron en Barajas. Y hasta hoy.

Una de las primeras obras que hizo en Madrid fue Las cítaras colgadas de los árboles, de Antonio Gala. Les tocó comer las uvas en la función, “yo ni sabía que existía eso”, recuerda entre risas. “Estábamos vestidos con ropas antiguas. Termina el primer acto y nos traen una botella de cava y las uvas. Yo lo primero que hice fue comerme las uvas, fuera de tiempo, claro”. Entonces aún no tenía mucha idea de España, confiesa. También por aquella época intentó acceder a la Plaza Mayor en coche: “nos llamó la atención la estatua y dijimos: ahí vamos”. Acabaron saliendo en grúa.

Ahora interpreta a Andrés, un anciano enfermo de alzhéimer, en El Padre, una obra escrita por Florian Zeller y dirigida por José Carlos Plaza que estará durante todo el mes en el Teatro Bellas Artes. Dice Héctor Alterio que se siente afortunado por haber sido elegido para este personaje que le permite seguir explorando. “Si dejo de aprender dejo de vivir”, añade, “en esta profesión se aprende mucho de los fracasos”.

Tiene tantas obras a sus espaldas que para él todo lo que sucede después de que caiga el telón empieza a ser un ritual rutinario, algo que intenta evitar “porque es producto de la emoción de la gente”. Incluso es peor, apunta, cuando a la salida la gente se sincera conmigo: “me estoy dando cuenta de que respondo siempre lo mismo y estoy luchando contra eso”.

Cuando está en el escenario se siente poderoso. “Me siento patrón de mi trabajo. Yo puedo determinar cuánto dura un silencio”. Para él, el teatro es como un juego, “como cuando éramos pequeños y jugábamos a policías y ladrones y uno siempre elegía lo que estaba más distante de sí mismo”. El espectador también es parte de este juego, porque “si no se lo cree, el juego se rompe. Héctor Alterio seguirá jugando en Teatro Bellas Artes hasta el 27 de noviembre.

 
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