¡Nos hemos vuelto locos con las redes!

Palencia

No deja de sorprenderme la amargura, el vitriolo, la mala leche que desprenden algunos en sus comentarios en las redes cuando colgamos alguna noticia. Incluso se hacen lecturas, en un todo hiriente que trasciende la crítica, que para nada se corresponden con la realidad o intencionalidad de la noticia que se está difundiendo.

Si es una noticia positiva que tiene que ver con el Ayuntamiento o la Diputación, enseguida te tildan de medio de comunicación vendido. Si es al contrario, siempre surge el típico que te acusa de ofrecer una visión negativa de la realidad y de contribuir a un pesimismo generalizado.

Están los obsesos. Aquellos monotemáticos que hables de lo que hables, insisten en colarte en sus comentarios el tema que acapara sus vidas y además lo hacen escribiendo con mayúsculas para demostrarte que están muy cabreados.

Luego están los listos; los que tiran de ironía y saben más de periodismo que cualquier periodista de la plaza. Cuelgues la noticia que cuelgues siempre preguntan, en un tono visiblemente sarcástico, si no hay otros asuntos que tratar… en fin, que las redes se han convertido en un reino de Taifas donde yo a veces pienso que hay demasiado amargado, demasiada gente que parece haberse volcado en una vida virtual que intenta suplir a la real. Y eso es mala cosa. Está bien que las redes complementen vidas, pero no que las suplan.

También están los pesados. Los que se levantan por la mañana y te dicen: “Hola, me he levantado”… y al rato cuelgan la imagen cepillándose los dientes, cogiendo el coche, entrando en el banco… los exhibicionistas que piensan que nos interesa su vida desde el minuto uno.

Por no hablar del whatsapp y los dichosos grupos. El otro día recibí de golpe hasta 45 mensajitos con vídeos y fotografías. El móvil echaba humo. Y lo peor, eran las doce y media de la noche. He llegado a recibir mensajes de madrugada… no renegaré de las redes. No son un mal. Lo negativo está en nosotros mismos, en el uso que las damos. Y algunos usan y abusan de un sistema que te lleva a pensar que el ser humano se está frivolizando y, si me permiten la expresión, agilipollando.