Un poco de silencio nos viene bien

Palencia

Cuando muere una persona tenemos la mala costumbre de elogiarla y de decir muchas cosas de ella que no la hemos dicho en vida. Creo que en muchas ocasiones la mejor actitud es la del silencio y la de acompañar a la a la familia y amigos del fallecido.

Creo que el silencio es lo que ha faltado a la opinión pública después de la muerte de Rita Barberá. El miércoles me quedé impactado viendo ciertos comentarios dónde ciertos personajes casi se alegraban de su fallecimiento. Otros no son capaces de hacer ni un minuto de silencio y algunos antiguos compañeros y ministros echaban la culpa de su fallecimiento a los periodistas. Esos que le habían abandonado o traicionado por pura estrategia electoral o para mantenerse en sus sillones, despachos o cargos.

No seré yo quien defienda a la antigua alcaldesa de Valencia. Pero me parece denigrante que no se haya esperado un tiempo, por lo menos hasta después su funeral, para valorar su vida pública. Lo primero y sobre todo esa mujer era persona. Y eso es más que las cosas buenas y malas que haya realizado en su gestión pública. Ayer tanto sus enemigos, como algunos de sus compañeros la quitaron toda la dignidad.

Hemos convertidos ciertos programas de televisión y radio en jurados populares. Antes de juzgar a alguien ya tenemos nuestro propio veredicto. Ya no hay presunción de inocencia. Lo triste es que no aplicamos la misma sentencia si es de nuestra propia ideología o forma de pensar. A los nuestros les podemos excusar ciertas cosas, al enemigo ni agua. ¡Es culpable y tiene que pagarlo! Esto nos lleva a polarizar la sociedad y a vivir en una permanente tensión que nos envenena.

Por otro lado, Las redes sociales se están convirtiendo en armas de destrucción masivas, donde todo vale, hasta desear la muerte de alguien o acusar al contrincante del fallecimiento de un antiguo compañero de partido. Creo que tiene que regularse esto de alguna manera. Todo no vale para defender mi libertad de expresión. Hay personas que se convierten en francotiradores que disparan contra todo el mundo, desde la cobardía y la sinrazón. Me gustaría ver su respuesta si las balas se les volviesen contra ellos.

Si los miembros de la sociedad no soportan el pluralismo ideológico, la discusión crítica, la posibilidad de que puedan estar equivocados, no puede calificarse a esa sociedad de democrática.

Nos sobran los profetas de calamidades. Necesitamos recuperar el sentido común. Utilizar el diálogo como arma y el respeto al adversario como norma a la hora de relacionarnos.

Eduquemos y dediquemos recursos y campañas para que los niños, jóvenes y adultos aprendamos a utilizar las redes sociales con respeto a los derechos fundamentales de las personas. Por supuesto que todos podemos expresar nuestras opiniones públicamente, pero nunca descalificando a ninguna persona, grupo o institución.

La educación de una persona se demuestra por la forma como trata a los demás u opina de ellos.