Euskadi versus Cataluña. El principio de realidad

Bilbao

Con la excepción de la de Urkullu con la makila, la imagen de su jura en Gernika fue la de la vicepresidenta Saenz de Santamaría sentada hablando con el president Puigdemont, observados con gran interés y morbo por los asistentes. Puigdemont, sin embargo, rompió enseguida la magia del encuentro. Respeta a Euskadi pero el que ha elegido es un camino que Cataluña ya recorrió con el Estatut, que terminó con el cepillado del que se vanaglorió Guerra y amputado por el Constitucional.

También Euskadi lo intentó con el Plan Ibarretxe, también con portazo, falló en lo de amplia mayoría, pero la lección aprendida fue otra. Ortuzar insistió ayer en que el PNV «jamás llevará a este pueblo a un callejón sin salida». En una de las entrevistas que concedió el fin de semana, da la clave. Le pusieron un titular catalán: "Podemos ser una nación libre sin tener que romper nada". Pero lo que dijo, en el texto, fue vasco: "Podemos sentirnos libres como nación sin que eso suponga romper con nada".

Ser o sentirse. Ese es el matiz. Ahora que viene tiempos propicios para negociar, a ver si se lo aprecian.