El diván del alcalde
La opinión de Fernando Aller

León
El alcalde de León, Antonio Silván, dice que es un hombre de pactos y que practicaría la misma política de acuerdos aunque tuviera mayoría absoluta. En una entrevista publicada el domingo en El Día de León dijo que la mayoría de los asuntos los lleva al pleno después de haber mantenido conversaciones con todos los grupos en su despacho, sentados en un tresillo al otro lado de la mesa de escritorio. A esto se llama hacer de la necesidad, virtud.
A Silván le faltan 4 votos para la mayoría absoluta, exactamente el número de concejales que tiene Ciudadanos, un grupo al que considera fiable y al que debe la Alcaldía.
La posición de Ciudadanos es cómoda, le permite apoyar determinados asuntos y rectificar a continuación si ve que el compromiso le puede ocasionar coste electoral. Lo acaba de hacer con el proyectado centro de calor de biomasa, una obra que llevará calefacción y agua caliente a todos los centros públicos de León. La última opción pactada era construir la planta en un solar de Cantamilanos, pero ha bastado que surjan voces críticas entre el vecindario para que Ciudadanos le haya dicho al alcalde que de lo prometido, nada. Lo mismo hizo Ciudadanos con el famoso traslado del conservatorio al campo de fútbol, iniciativa a la que primero dijo sí, y cuando surgieron las primeras protestas, dijo no. Un juego de oportunismos que dificulta la gobernación de la ciudad y una posición frívola que envenena los asuntos. Estos cambios radicales al albur de intereses de partido propician que los ciudadanos lleguen a la conclusión de que todo es un juego, que ni los intereses comunes ni el compromiso tienen el valor de los cromos.




