¿Quién se acuerda de la productividad?

Valencia

Acaba esta semana de días laborables alternos sin voces que cuestionen la pérdida de productividad. Un debate que, con semanas menos desorganizadas que la que termina, hemos escuchado hasta el aburrimiento en años anteriores.

En la memoria queda el intento del entonces presidente de la Generalitat Alberto Fabra, y ahora miembro del Senado, de trasladar los festivos entre semana al lunes más próximo, tal y como hacen los británicos, para dotar de mayor eficiencia la vida de los ciudadanos. Aquella iniciativa fracasó por la resistencia de la Iglesia a perder el carácter festivo de sus principales celebraciones religiosas y por la oposición a cambiar de fecha las fiestas laicas basadas en hitos temporales, como el 9 d’Octubre o el Día de la Constitución.

Es difícil entender cómo cuestiones que afectan a la racionalidad y a la calidad de vida de los ciudadanos no se abordan con la seriedad y la antelación suficiente. Un problema que se extiende a los horarios que impiden conciliar vida personal y laboral y al mantenimiento de un uso horario que no es el que nos corresponde. Los agentes sociales deberían tomar cartas en este asunto y no abordar la cuestión como un mero recurso retórico.