Selecciona tu emisora

Ir a la emisora
PerfilDesconecta
Buscar noticias o podcast
Sociedad
Rosario Pérez

‘Lo que no se puede comprar’

Un año más, la gente atiborra los pasillos de los centros comerciales cargada de bolsas, se expone a codazos y empujones en los espacios habilitados para envolver gratis los regalos, y hace cola para comer cualquier cosa recalentada.

Firma Rosario Pérez, 'Lo que no se puede comprar'

Firma Rosario Pérez, 'Lo que no se puede comprar'

00:00:0000:06
Descargar

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

Algeciras

Este domingo, como lo será el siguiente, y el otro, y el otro, y así hasta que pase el Día de Reyes, ha sido un día laborable como otro cualquiera para muchos trabajadores, fundamentalmente empleados mileuristas y autónomos casi esclavos de su propia “autonomía”. Como si la Navidad, realmente, fuera esto… como si los comercios, grandes o pequeños, no tuvieran más remedio que permanecer abiertos los 7 días de la semana para que los ciudadanos saciemos, con insaciable afán, nuestras ansias consumistas. Como si realmente necesitáramos acumular tantas cosas… como si verdaderamente creyéramos que con ellas seremos, al menos, un poco más felices.

Un año más, la gente atiborra los pasillos de los centros comerciales cargada de bolsas, se expone a codazos y empujones en los espacios habilitados para envolver gratis los regalos, y hace cola para comer cualquier cosa recalentada en restaurantes y cafeterías a los que, en condiciones normales, ni siquiera nos asomaríamos, mientras los villancicos resuenan por los altavoces recordándonos a todos que estas fiestas son las que son, y que toca gastar como si no hubiera un mañana. Se pueda o no se pueda, que esa es otra cuestión.

Sé que un año más toca enfrentarse, en algún que otro momento, a la desconcertante sensación de no saber qué comprar, y no creo ser la única persona en el mundo a la que, durante estos días, la invadan unas ganas terribles de que pase la Navidad. Sé, también, que se trata de una sensación contradictoria: al fin y al cabo, me gusta regalar, no me espantan las comidas familiares y me encanta reunirme con amigos a charlar de lo divino y de lo humano, y echar unas risas, y unos bailes, si la ocasión lo merece.

Pero supongo que es el matiz de lo forzado, de lo impuesto, junto al excesivo consumismo que nos engulle, lo que desde hace ya unos cuantos años me echa para atrás.

Igual es que me estoy haciendo vieja, pero cada vez estoy más convencida de que lo ideal sería regalar cuando el cuerpo nos lo pide. Cuando encontráramos ese detalle que sabemos que le haría especial ilusión a esa persona a la que queremos y que nos quiere durante todo el año. Que los almuerzos y las cenas en compañía surgieran siempre de manera espontánea, sin necesidad de ponernos una careta en las comidas de empresa, o de tener que hacer encaje de bolillos cuando se presentan situaciones familiares complicadas. Y que encontráramos más tiempo, de vez en cuando, para tirarnos al suelo a jugar con los peques de la casa, y también para quedar con los amigos, y tomarnos ese café, o esa cerveza, que cualquier excusa hace que dejemos siempre para otro día.

Pero, bueno, las cosas son como son, y hoy por hoy, despojada en gran medida de su significado religioso, la Navidad se ha transformado en una orgía consumista de la que resulta tremendamente difícil mantenerse al margen.

Y sin embargo… debería ser casi obligatorio pensar en toda la gente, todavía zarandeada por la crisis, que este año lo seguirá teniendo muy complicado para no caer en la tristeza y el desánimo. En una comarca como la nuestra, además, habitualmente maltratada por olvidos indecentes y promesas incumplidas, no son pocas las familias que viven azotadas por el paro, o por las amenazas de despidos que tarde o temprano se materializan, o por el retraso en el pago de salarios que jamás deberían retrasarse. Familias que no pueden permitirse comprarle a sus hijos esos juguetes, a precio de oro, de los dibujitos animados de moda (y algunos de los cuales, por increíble que parezca, llevan semanas agotados en jugueterías e incluso en tiendas on-line).

Nos guste o no, hemos convertido los días de Navidad en días para ir de compras. Tal vez esa gran mentira sea necesaria para el consumo, y para que la rueda de la economía siga girando, pero, en el fondo, todos sabemos que, como decía aquel anuncio de la tele, hay cosas (las menos, pero las más importantes) que el dinero no puede comprar.

 

Directo

  • Cadena SER

  •  
Últimos programas

Estas escuchando

Hora 14
Crónica 24/7

1x24: Ser o no Ser

23/08/2024 - 01:38:13

Ir al podcast

Noticias en 3′

  •  
Noticias en 3′
Últimos programas

Otros episodios

Cualquier tiempo pasado fue anterior

Tu audio se ha acabado.
Te redirigiremos al directo.

5 "

Compartir