Carmen y Santi o cómo afrontar el trastorno mental desde el amor
Son un ejemplo de más de 30 años de evolución de la enfermedad metal, desde deambular por psiquiátricos de toda España hasta vivir juntos en un piso en Cuenca
Cuenca
Santi tiene 61 años y su compañera, Carmen, 53. Se conocieron en la Residencia Comunitaria de Cuenca donde los dos recibían tratamiento por los trastornos mentales que sufren desde hace años. En el caso de Santi comenzó “hace diecisiete años cuando empecé a ver visiones, me parecía que me mandaban algún mensaje”, recuerda. “Veía un perro y me parecía exagerado o veía que se me acercaba la luna. Me solía pasar sobre todo por la noche”. En lo de los perros coincide Carmen. “Me obsesionaba con los perros o, de repente, no veía a mi mamá”. En su caso “las visiones”, como dice ella, “aparecieron desde pequeña cuando buscaba a mi madre y no encontraba a nadie, todo estaba muy oscuro”, recuerda.
Carmen y Santi o cómo afrontar el trastorno mental desde el amor
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Todo comienza un día con la primera alteración de la realidad hasta que el trastorno mental se hace presente. Carmen y Santi son un ejemplo vivo de un proceso de recuperación ante un problema de salud mental.
La vida de Carmen ha sido un deambular por unidades de hospitalización psiquiátrica de distintas regiones españolas. “Ciempozuelos, Barcelona, unos con monjas otros sin monjas”, dice y nos cuenta que tiene tendencia a autolesionarse. “Soy débil mental, antes que esquizofrenia, antes que hacer daño a los demás, me hago yo daño a mí misma”. Y en su vida tiene algunos ejemplos como cuando se tiró de un muro, dice, y se rompió una pierna. A Santi le diagnosticaron “esquizofrenia paranoica crónica”, aunque el nombre concreto “no lo tengo muy claro”, dice. Entonces cambió su vida. Trabajaba de camarero pero tuvo que centrar su vida en procurar curarse.
La idea principal sobre la que trabajan en los dispositivos de salud mental de Castilla-La Mancha es la recuperación de las personas con trastornos mentales graves. No se entiende la recuperación como cura de estas enfermedades porque son crónicas, sino como la recuperación de una vida normalizada, en la que la persona que padece este tipo de trastornos es el protagonista de su vida y toma sus propias decisiones, unas veces con ayuda de profesionales y otras de manera totalmente autónoma.
“Me empezaron a tratar y comencé también a hacer cursillos de textil, de cerámica…”, recuerda Santi. “Yo creo que me ha ido bien en estos años y que he ido evolucionando”.
En 2001 se da un impulso a la reforma psiquiátrica en Castilla-La Mancha con la apertura de recursos de rehabilitación psicosocial (Centro de Rehabilitación Psicosocial y Laboral y Viviendas supervisadas) y con la creación de la Fundación para la Integración socio-laboral de personas con Enfermedad Mental (FISLEM). De forma paralela trabajan asociaciones como ‘Vivir’ en Cuenca o ‘Nueva Luz’ en Tarancón. “En la asociación hice cursos de cocina, de manejo de electrodomésticos, de autocontrol…”, dice Santi.
En 2007 se abre la Residencia Comunitaria de Cuenca a la que derivan a Santi y a Carmen. Combinan un tratamiento farmacológico con rehabilitación psicosocial. El centro es un recurso que ofrece una alternativa residencial para personas con trastorno mental grave pero que se vuelca en la integración en la comunidad y en la mejora de la autonomía de las personas. En la Residencia Carmen y Santi se hace pareja sentimental y desde ese momento su proyecto de vida para a ser compartido (aunque sin olvidar su individualidad), poniendo de manifiesto otra seña de identidad de la recuperación: el apoyo mutuo y entre iguales, como herramienta para mejorar. “La directora nos propuso ya si queríamos convivir en la misma habitación”, dice Santi. “Llevamos ya un tiempo juntos porque nos enamoramos y nos propusieron ir a una vivienda tutelada”.
Corría el año 2011 cuando la pareja accede a una vivienda tutelada, otro recurso con mayor autonomía para los pacientes donde solo tienen una supervisión por los profesionales en algunos momentos concretos del día. La buena convivencia y la evolución favorable de los enamorados anima a sus médicos a que den un paso más hacia su independencia.
En 2015 pasan a vivir en un piso, como cualquier otra pareja. “Estamos juntos, nos ayudamos a cocinar, a lavar, a planchar, se puede decir que estamos las veinticuatro horas del día juntos”.
En su proceso de recuperación también juega un papel fundamental su inserción laboral. “Llevamos ya siete años fijos”, dice Santi. “Trabajamos dos días a la semana por la mañana, los demás días vamos al centro de la asociación ‘Vivir’.
Paco Auñón
Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...