El mundo mágico de piedra y naturaleza de Los Callejones de Las Majadas
Recorremos uno de los parajes más misteriosos de la Serranía de Cuenca en busca de la luna llena y del aullido de los lobos
Cuenca
Es uno de esos parajes que aparecen en todas las guías de la provincia de Cuenca y no es para menos. Los Callejones de Las Majadas merecen siempre una visita, sobre todo si queremos saber de cierto como es el paisaje de la Serranía. En pleno corazón del Parque Natural, a tan solo dos kilómetros del pueblo, junto a la carretera de Uña, una camino nos acerca a Los Callejones. Se puede acceder fácilmente con coche y, al pie del aparcamiento, comienza ya el mundo de fantasía que sugieren las rocas. Aquí comienza el recorrido con una sola recomendación, imaginar. Nuestro guía, como cada viernes en ‘Hoy por Hoy Cuenca’, ha sido Fernando Carreras de EcoExperience.
El mundo mágico de los Callejones de Las Majadas
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Callejones y callejuelas, tolmos y barcos, arcos y puentes, recuerdo de guerreros antiguos y morada de sueños mitológicos. Con las últimas luces del día, Los Callejones de Las Majadas resultan aún más misteriosos, más interesantes, más atractivo su recorrido, más sosegado el paso entre las riscas, más cercana su presencia como si al oscurecer, y con la llegada de la madrugada, las rocas se juntaran poco a poco hasta rozarse, buscando una brizna de calor pétreo, imposible deseo añorado durante milenios, ritual amistoso repetido cada anochecer y que desengaña la luz del alba cada mañana, dejando a cada cual en su sitio.
El atardecer puede ser un buen momento para recorrer Los Callejones, pero no se pierdan este lugar en un día soleado porque será entonces la vegetación la que aporte color al paisaje, será el aliño exquisito para un plato consistente y recio. Veremos entonces la grandiosidad de estas rocas fantásticas y de sus formas erosionadas por los años, como siluetas desafiantes al viento serrano, viento cierzo que anima a buscar solanos al pie de las riscas. El recorrido señalizado con flechas nos guía por el mundo mitológico que algún dios castigó a perpetuidad en este paraje y nos detiene cada pocos pasos para conocer la vegetación autóctona de la Serranía. Junto a cada planta, cada arbusto, cada pino, un cartel: ‘laurel, avellano, tomillos,...’
Sin embargo, nadie nos aconseja cómo imaginar una roca, para qué, si cada uno verá algo distinto; para qué, si dependiendo de la hora del día, de la luz que nos acompañe, del lugar exacto desde el que alcemos la mirada, de las ganas que tengamos o no de imaginar, veremos una cosa u otra. Pero da igual, porque cada vez que contemplemos este espacio mágico nos sugerirá emociones distintas y hará que nos imaginemos una historia nueva en cada visita que dependerá muchas veces de si lo contemplamos con las últimas luces del día, a pleno sol en una jornada calurosa de verano cuando parece que hasta las rocas sudasen o cuando cae la nevada en pleno invierno y el blanco lo cubre todo difuminando aún más las formas o, por qué no, cuando la niebla hace que desaparezcan los caminos, los carteles y hasta las rocas.
Es entonces cuando la visión se vuelve más fantasmal, cuando más emocionante es su recorrido y cuando corremos el mayor peligro porque, si sale la luna y nos encuentra entre las rocas, recorriendo callejones en busca de una salida, su luz nos atrapará para siempre y seremos hechizados y convertidos en piedra y formaremos parte del paisaje para siempre.
Paco Auñón
Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...