Alberto Velasco: “En lo más oscuro del ser humano hay belleza, solo hay que tener la mente abierta para poder verla”
El director teatral estará representando Danzad Malditos en la sala Max Aub del Matadero durante todas las navidades

Mónica Ovejero

Esta mañana nos hemos trasladado al Estados Unidos de 1930, en plena Gran Depresión. En esta época de terrible miseria, se organizaban maratones de danza en los que obligaban a bailar a parejas de concursantes de forma ininterrumpida día y noche. Solo se paraba el tiempo justo para comer y dormir. La pobreza era tal que muchos se apuntaban sólo porque así podrían alimentarse durante los días que aguantaran. ¿La meta de todo este sufrimiento? Un premio en metálico.
Esta escalofriante realidad ha inspirado numerosas obras artísticas: el escritor Horace McCoy la utilizó como base del argumento de su novela ¿Acaso no matan a los caballos?; Sydney Pollack la adaptó al cine en 1969 con la película Danzad, danzad malditos, protagonizada por Jane Fonda. Ahora, esta historia ha llegado a la Sala Max Aub del Matadero, de la mano del director teatral Alberto Velasco, que nos ha acompañado esta mañana en A Vivir Madrid, junto con la actriz Karmen Garay.
En esta versión, llamada Danzad malditos, los concursantes se someten a todo tipo de pruebas que ponen al límite su resistencia. Cada función es un folio en blanco, puesto que en una arriesgada propuesta escénica, han decidido llevar a la realidad el formato concurso. Solo las parejas merecedoras del privilegio van pasando de fase. Ni siquiera las parejas de baile están previamente fijadas. “Empieza la función y yo no sé lo que va a pasar conmigo. No sé ni quién va a ser mi compañero de baile. Miro a mis compañeros y hago lo que me diga el corazón”, afirma Karmen Garay, una de las protagonistas.
Según Velasco, uno de los objetivos de su adaptación de esta historia es hacer un homenaje a aquellos que lo intentan y que no ganan. “Muchas veces tú das lo mejor de ti mismo y eso no es suficiente. Hay que reflexionar sobre si la victoria es lo importante o si la derrota es una pequeña victoria”. Para él, si los actores y el público no percibieran el espectáculo como una competición real, no tendría la misma energía. Estas competiciones sacan lo peor del ser humano, comenta, pero “en lo más oscuro del ser humano hay belleza, solo hay que tener la mente abierta para poder verla”.




