Sociedad

La soledad en Navidad

Estas fiestas son especialmente dura para los aragoneses que se sienten solos, sea en pueblos pequeños, en Zaragoza o en el extranjero

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Zaragoza

Para la mayoría de los aragoneses, la Navidad significa reuniones familiares o con amigos. Sin embargo, también puede ser el momento en el que aquellos que se sienten solos, piensan que están más solos que nunca. La soledad es un sentimiento subjetivo que no siempre está relacionado con estar físicamente rodeados de gente.

La soledad en el medio rural, cada vez menor

Las comunicaciones ya no son las mismas que hace décadas y han dado paso a una nueva forma de experimentar la soledad. En Saldedillo hay 10 personas censadas y en el pueblo sólo viven la mitad de ellas. Aun así, su alcalde, Fermin Navarro, asegura que no se sienten solos porque estos días "a algunos vienen a buscarles los familiares de la ciudad o esos familiares se quedan aquí a pasar las fiestas". Navarro añade que "nadie pasa estos días solo en su casa".

En una masía del Maestrazgo, a pocos kilometros de Cantavieja, rodeado de granjas de ovejas, David Nadal se muestra contento de vivir tranquilo y con todos los servicios. Dice que él no siente "soledad, sino tranquilidad".

El peligro de la soledad en Zaragoza capital

El oficial del cuerpo de bomberos de Zaragoza Juan Carlos Garza destaca que vivir de solo es un factor que incrementa el peligro de sufrir accidentes porque muchas veces es gente mayor que "ha perdido facultades y que, a veces, tiene menos poder adquisitivo, con lo que utilizan medios de calefacción no todo lo seguros que deberían ser".

También hay que tener en cuenta, explica Garza, "que el tiempo de reacción es vital y que algunas casas antiguas tienen más materiales combustibles que ayudan al fuego".

Solos en el extranjero

Estos días pueden ser especialmente nostálgicos para los aragoneses que viven en el extranjero. En total, son 39.700; la mayoría han viajado para pasar las fechas con sus seres queridos. Pero los planes de los que se han quedado en sus lugares de residencia tampoco pintan nada mal.

Sara Bordonaba, de 21 años, au pair en Ginebra, tiene la suerte de pasar la Navidad, aquí, en Zaragoza, pero, para Nochevieja, tendrá que estar de nuevo en el país helvético. Aun así, sus amigos suizos le van a hacer algo que siempre recordará: organizar para ella un fin de año "a la española, con uvas y campanadas".

Lara, de 25 años, y au pair en Carrickmacross, un pequeño pueblo en la Irlanda profunda, eligió ella misma pasar la Navidad alejada de los suyos. La familia con la que está le ofreció pasar estos días con ellos y, tras mucho pensarlo, se decantó por esa opción.

 
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