Sociedad
Carmen González

¡Basta ya de terrorismo machista!

Medidas a tomar para acabar con esta lacra que se cobra la vida de muchas mujeres

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Algeciras

De nuevo me asomo a esta gran ventana que es la radio. Me acerco pocas horas después de la caída de la última hoja del calendario. Atrás queda un año complicado y complejo durante el que nos han vuelto a 'timar' después de intentar vender, sin éxito, la leyenda que dice que “España va bien”. Efectivamente la gran economía va tirando del carro, pero si bajamos los pies al suelo observamos que no todo es de color de rosa como nos intentan hacer creer.

Pero, dejando la situación económica a un lado, el paro, o los contratos y salarios tercermundistas, me voy a centrar en un grave problema, una gran asignatura pendiente por desgracia todavía muy asentada y consentida en pleno siglo XXI: la violencia de género. Una violencia a la que hay que definir claramente como terrorismo y como tal debe afrontarse. Hemos visto en los últimos meses cómo en diferentes países, especialmente en el ámbito del cine, del mundo del espectáculo, se han lanzado voces denunciando prácticas de acoso, muchas veces reiteradas, e incluso violaciones. Algo que nos recuerda a esa práctica feudal a la que tenía derecho el señor feudal durante la Edad Media: el derecho de pernada.

A lo largo de 2017, cerca de medio centenar de mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas, un número que se ve superado, según fuentes no oficiales. A esto hay que añadir la muerte de ocho menores, además de la treintena de pequeños que se han quedado huérfanos. Esto, dicho así parece tan solo un relato estadístico más, pero no, es el resultado de la violencia ejercida por intolerancia, odio, rencor, celos...

Ya está bien de que ser mujer sea una actividad de riesgo. Ya está bien de que una mujer no pueda regresar 'a las tantas' sola a su casa, de que no pueda acercarse a un extraño sin asumir un peligro: la posibilidad de que en su camino se cruce alguien que se considere superior y, por tanto, con derecho a la intimidación sexual, y más aún, con la certeza de que pueda atacarla sexualmente. Luego la culpa la tiene el carácter 'alegre' o la vestimenta de esa mujer.

El nombre de Diana Quer está estos días en las primeras páginas de los diarios o abriendo los informativos en radio y televisión. Su vida quedó truncada una noche cuando volvía de las fiestas del pueblo donde veraneaba. Hay muchas 'Dianas', que un mal día se cruzaron con su asesino, con su violador. También está en nuestra mente el caso de los cinco jóvenes acusados de violación a una joven en los sanfermines de 2016. Una joven que también ha tenido que sufrir ataques verbales siendo objeto de acusaciones sobre su supuesta 'impropia conducta'.

¿Que derecho les asiste a esos hombres a pensar que una mujer, por el hecho de

querer divertirse, está diciendo mentalmente que está a su disposición o que puede ser tocada sin sus consentimiento?.

Fallan muchas cosas en nuestra sociedad y entre ellas, la falta de una educación no sexista real. Es necesario incidir en los valores, en los límites. Es muy importante la formación escolar infantil, pero también la educación familiar. Sin embargo, hay que exigir a las administraciones, a los partidos políticos, que asuman su responsabilidad. No es de recibo que el tan aclamado pacto de Estado contra la violencia machista, se haya quedado, de momento, en intenciones con la aprobación, y no por unanimidad, en noviembre de 2016 de una proposición no de ley. Tan solo se consensuó una veintena de medidas, pero no hay presupuesto ni tan siquiera para implementar estas.

2017 ha supuesto un fortalecimiento de la presión social en las calles y en las redes sociales frente a las actitudes machistas. Es importante no guardar silencio, porque solo de esa forma estos terroristas de género se verán aislados. Todavía resuenan las palabras, hace escasos días, de una de las hijas de Ana Orantes, la mujer asesinada en 1997 por su exmarido poco después de haber denunciado públicamente en TV ser objeto de malos tratos.

Se me puso la carne de gallina cuando escuché a Raquel, en su carta de homenaje a su madre, 20 años después de haber sido quemada viva, cómo se lamentaba por no poder decirle que todo había cambiado y que la voluntad política había hecho avanzar la lucha contra la violencia, contra la desigualdad. Nada más lejos de la realidad. La denuncia en TV de Ana Orantes supuso un antes y un después frente a lo que entonces se denominaba 'malos tratos en el ámbito doméstico', pero Raquel se ha lamentado de que todavía las mujeres seguimos siendo ciudadanas de segunda categoría, en salarios, deberes y derechos.

No hay que callar, por supuesto. Hacen falta más medidas, más inversión, más apoyo y recordar que existe un número, el 016, servicio de asistencia confidencial para mujeres víctimas de la violencia machista.

Algeciras 2 de enero, de 2018

 
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