Ana, Bruno y Carmen
La Firma de Manuel Acero

"Ana, Bruno y Carmen", la Firma de Manuel Acero
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Palencia
Ayer domingo recorrí nuestra provincia de Palencia de norte a sur, por un montón de esas carreteras llamadas secundarias, y después de estar escuchando todo tipo de avisos, alertas y amenazas de temporales en los últimos días, esperaba encontrarme un panorama complicado por lo que iba provisto de cadenas y siguiendo esos consejos que repiten los medios de comunicación.
Sorprendentemente lo que me encontré fue normalidad, algo de niebla, el frío normal para estar en Enero y un poco, un poco de nieve en los laterales de alguna carretera. Así que cuando he llegado a casa me he puesto a escribir este comentario con la sensación de que los comunicadores en temas de meteorología, con cierta frecuencia, exageran sus predicciones.
Yo me considero uno de los muchos millones de españoles al que le gusta ver el tiempo que va hacer e incluso tengo curiosidad y busco conocer más del porque de estos fenómenos. Por ello sigo con cierta asiduidad algunos de los espacios sobre este tema, especialmente en televisión e internet donde en muchos casos se han convertido en líderes de audiencia.
Y tengo la sensación que cada vez más está ganando la batalla un cierto sensacionalismo en el que los informadores exageran las noticias meteorológicas y están ansiosos por “vender” determinados contenidos que en algunos casos pasan de la información a la espectacularidad y acaban casi en el catastrofismo.
En concreto hay alguna cadena que cuando llega el momento de la información meteorológica sale el presentador con un tono de voz que ya te pone en tensión porque, aunque estemos bajo el anticiclón de las Azores y no se mueva ni una rama, la forma de contarlo parece que augura algún peligro inminente con una invasión de polen, una ola de calor, un frío polar o nos cuenta que en un pueblo lejano se ha registrado una temperatura extrema. Y por si aquí no tenemos alguna desgracia a mano nos cuentan las que pasan en los lugares más remotos del planeta.
Y eso sin contar con en el nuevo vocabulario que se va acuñando que resulta hasta chocante y aunque hay muchos ejemplos me quedo con el de las ciclogénesis explosivas que nos visitan incluso en Palencia. Recuerdo como hace pocos años en un programa del tiempo de una cadena privada se empezó a utilizar este término y era casi el fin del mundo entrando por Galicia… y no pasaba de ser un temporal fuerte de los que ha habido siempre.
Y por supuesto que hay que ser precavido y hacer caso de todo tipo de avisos, por aquello de que es mejor prevenir que curar, aunque a veces creo que estas alarmas y este lenguaje, además de elevar los fenómenos normales a la categoría de algo extraordinario, tienen un efecto contraproducente ya que despiertan a inconscientes para salir en el peor momento a sacarse una foto en los lugares más peligrosos para luego decir: Yo estuve allí...
La última idea que han tenido, que quizá han podido oír, es que desde el pasado mes de diciembre la Agencia Estatal de Meteorología ha comenzado a dar nombre de personas a las borrascas profundas que afecten a España. La primera que nos llegó en Diciembre se llamó Ana, luego han pasado Bruno y Carmen, sin pena ni gloria, y así vendrán más borrascas pero todas ellas previamente bautizadas ya que dicen que esto hace que los ciudadanos estemos más atentos.
Eso seguro.




