Sobre el perro de Melisa

Santa Cruz de Tenerife
Una entrevista amable a la revista ‘Masmujer’ se ha convertido en el peor resbalón de la diputada Melisa Rodríguez en su aún corta carrera política. Ante una pregunta sobre feminismo, Melisa Rodríguez se descolgó con una chocante declaración deudora a partes iguales de la antropología ‘new age’ y la candidez. Evitando contestar directamente a lo que se le preguntó –si era feminista- doña Melisa dijo que lo que ella busca es “la igualdad de las personas reales: mujeres, hombres y seres...” Y aclaró que por eso presentaron desde Ciudadanos “el proyecto de ley para que los perros sean personas. No se puede tener un ser vivo como si de un bien material se tratase. Creo en las personas por igual, sin etiquetas”. La lío, claro.
La respuesta, que intentó matizar después con argumentos de metalenguaje y contexto (si digo lo que digo es porque antes había dicho otra cosa) es -más que desafortunada-, directamente cobardica y tontorrona. Y no es que confunda el tocino con la velocidad, es que no quiere meterse en más líos. La ley presentada por Ciudadanos y aprobada por el Congreso no convierte a los perros en personas, los define como seres sintientes, que es lo que son, pero sí los dota de una difusa personalidad jurídica, sin aclarar demasiado los límites de esa condición. Nadie prestó mucha atención al asunto cuando fue aprobado en el Parlamento, porque en este país cuestiones que son realmente trascendentales, y que en otros lugares producen apasionados debates políticos y filosóficos, aquí se votan como churros y pasan desapercibidas. Pero esa no es la clave de la histeria desatada en torno al hecho -también publicitado por ella-, de que doña Melisa se derrita con su perrito. La clave es que doña Melisa ha mezclado –sin duda involuntariamente- un concepto hoy sacralizado –el género mujer- con uno en proceso de serlo –la animalidad sintiente- y al hacerlo, ha abierto la veda: podemos defender sin rubor que los bichos son personas, pero meterlos en una respuesta a una pregunta sobre feminismo se convierte en una ofensa contra la mitad de las personas humanas.
De verdad: nos estamos volviendo idiotas.




