Sobre la reforma electoral

Santa Cruz de Tenerife
La reforma electoral que propone el Parlamento de Canarias no es una tomadura de pelo, ni un error, ni un despiste de Sus Señorías: es una monumental estafa, una demostración más del grado de deterioro político y moral de quienes nos representan. Lo que han hecho los partidos es ampliar el número de diputados, cuyos sueldos, transporte, hospedaje, acomodo y canonjías vamos a pagar entre todos. Si el Parlamento amplía el número de diputados no es para mejorar la representación y proporcionalidad –eso queda exactamente igual-, es solo para cubrir las pérdidas de diputados que la reducción de los topes electorales les suponen a los partidos.
Un cálculo realizado por la agencia EFE sobre los resultados de las pasadas elecciones demuestra que con la ampliación de diputados se cubren –y aumenta- el número de escaños de los grandes partidos, evitando el impacto que la rebaja de los topes y la incorporación de Ciudadanos al Parlamento, les supondría. De esa manera, se cubren los diputados que pierden el PP, el PSOE, Coalición y Nueva Canarias por la aplicación de los topes, pero no se modifica ninguna otra cosa. Podemos –que se opone a casi todo- apoya este estropicio porque con el reparto de los restos consigue dos diputados más. Han dicho que sólo votarán la reforma si no supone más gasto público, pero eso no va a ocurrir. Los diputados deberían reducir sus actuales salarios en un 15 o 16 por ciento para poder cubrir lo que cuestan diez diputados más, que son los que se van a repartir los partidos. ¿Alguien cree seriamente que sus señorías estarían dispuestas a reducirse el salario un 15 por ciento? Yo no. Por lo menos sin verlo reflejado previamente a la reforma en el presupuesto del Parlamento. Y ni así se evitaría el enorme gasto público que supondrá ampliar el aforo del Parlamento de sesenta diputados a setenta. Ya no caben donde están… ¿Cómo van a meter diez más?
Los argumentos que se ofrecen para justificar el aumento son falsos de toda falsedad: es falso que mejore la proporcionalidad y se tienda a igualar el valor de la representación. Eso no ocurre en ningún caso. Un diputado de El Hierro seguirá costando veinte veces menos que uno de Gran Canaria o Tenerife




