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La joya de la corona

Estrenamos esta temporada nuestra sección de reportajes con un breve artículo sobre una de las piezas más significativas de la historia devocional de Granada: la corona de la Virgen de las Angustias

Detalle de la corona de la Virgen de las Angustias, realizada por la familia Marabini en Madrid en 1913 / Manuel Lirola

Granada

“Hay una madre de amores que adora Granada entera: la Virgen de las Angustias, la que vive en la carrera”. Muchos son los granadinos que han crecido escuchando, cada mes de septiembre, esta letra que forma parte del himno a la patrona de Granada, la Virgen de las Angustias. Es, sin duda, una de las señas de identidad para muchos cofradesy granadinos, que ponen con esta música y letra, banda sonora al mes de septiembre.

Pero, cuando pensamos en la Virgen de las Angustias, además del himno o de la novena, de la basílica o del olor a nardos, también vienen a la mente otros elementos que forman parte de la tradición, como el manto del pueblo o la corona de coronación. Y es que, cuanto rodea a la patrona de Granada está caracterizado por el factor de la tradición y del esplendor artístico.

En SER Cofrade, queremos acercarnos un poco más a la historia de la propia corona que en cada salida del mes de septiembre lleva la Virgen sobre sus sienes. La misma corona que aquel 20 de septiembre de 1913 el arzobispo Messeguer y Costa impuso a la patrona de Granada y de la archidiócesis. Para ello, acudimos una vez más al trabajo realizado por el historiador granadino Antonio Padial así como al trabajo realizado por Manuel Romo sobre la familia Marabini, autores de la corona.

La joya de la corona

La Virgen de las Angustias, con la corona de coronación, durante la salida extraordinaria de 2017 / Antonio Orantes

Era 30 de abril de 1913. El papa Pío X, en sus despachos vaticanos, firmaba el decreto por el cual autorizaba la coronación canónica de la Virgen de las Angustias. Lo hacía después de haber leído el informe redactado por el arzobispo de Granada, José Messeguer, donde solicitaba de la Santa Sede la autorización para coronar a una de las imágenes más veneradas por Granada y por toda la vega en los últimos siglos.

Como cuenta Antonio Padial en la crónica de la coronación canónica con motivo del primer centenario de esta efeméride, la ciudad se prepara de lleno para acoger esta celebración pero, sobre todo, para que todo cuanto rodea a la imagen de la Virgen de las Angustias esté a la altura de los acontecimientos. Es por ello que, con el arzobispo al frente, se crea una comisión para sufragar los gastos de la corona, iniciando la cuestación con un donativo de 1000 pesetas que realiza el propio prelado.

Cientos de joyas y piezas de oro empiezan a recogerse en Granada pero también en Madrid. Y es que el obispo de la capital, Salvador Barrera, era granadino. Desde la capital de España el obispo y muchos granadinos que residían allí, como el marqués de Pórtago o los condes de Heredia-Spínola, empezaron a buscar fondos entre la elite madrileña para realizar una corona realmente excepcional.

Aunque por aquel entonces hubiera en Granada grandes orfebres, los comitentes debieron pensar en un nombre de auténtica garantía, que fuera capaz de realizar una obra colosal. Por ello buscaron a uno de los joyeros y orfebres más afamados de Madrid, quien había trabajado en numerosas ocasiones para la Casa Real.

La familia Marabini, orfebres italianos asentados en España

La corona de la Virgen de las Angustias es una de las más imponentes de cuantas se conservan en Granada y Andalucía / Manuel Lirola

Toda gran obra lleva consigo detrás una mano y una firma que refrenda la calidad de la pieza, aunque no siempre conocemos demasiado de estos artistas. Tal es el caso de los autores de la corona de la Virgen de las Angustias, la familia Marabini, joyeros italianos afincados en Madrid desde mediados del siglo XIX.

No obstante, el investigador madrileño Manuel Romo, en un pequeño trabajo publicado en su web personal, ahonda en la figura de este importante taller de joyería y orfebrería. Los Marabini abrieron su taller en Madrid hacia 1860, granjeándose el respeto de la aristocracia gracias a la calidad de sus trabajos. No tardaron, por tanto en llegar importantes encargos para las principales familias de Madrid, incluso haciendo trabajos para la Casa Real a principios del siglo XX.

La fama que alcanzaron, que les permitió abrir hasta dos talleres, empezaría a resentirse hacia 1913, cuando según Romo, se tiene constancia del último gran encargo que se realiza a los Marabini: la corona de la Virgen de las Angustias. Un epílogo, no obstante, que volvió a demostrar la calidad técnica y estética de estos joyeros de origen italiano que realizaron una imponente corona de resabios modernistas, apegados al Art Noveau, cuyo valor hoy sería realmente incalculable.

Manuel Romo, en su trabajo, aporta la relación de materiales que se emplearon para la ejecución de la corona de la patrona de Granada, incluso el precio de la pieza en 1913, una cifra muy elevada con respecto a lo que hoy podría pagarse: 25000 pesetas de mano de obra. Un precio donde no se incluye todo el material empleado, ya que según la tasación que se hizo de la propia pieza esta habría alcanzado las 200000 pesetas.

De esta manera, y según los datos que se conocen, la corona se realizó con una aportación de 5 kgs de oro macizo y una increíble muestra de joyas: 2.713 perlas y 4.289 piedras preciosas, 1.155 brillantes, 2.419 diamantes rosas, 240 esmeraldas, 266 rubíes, 94 granates, 93 topacios, 12 amatistas, 9 zafiros y 1 jacinto.

Y es que, por ejemplo, el corazón traspasado y la granada que aparecen en los tondos del frontal de la diadema, se realizaron a base de brillantes, granitos de rubíes y esmeraldas. Los imperiales, realizados con formas de palma y hojas de cardo, se componen también a base de piedras preciosas, enlazándolas con guirnaldas de perlas, las que se apoyan en las cariátides con cabezas de putti o ángeles. Y para cerrar la corona, un orbe de oro macizo, con faja de brillantes y una cruz latina con brillantes. Sin olvidar tampoco cómo en el centro de la corona, para ajustar la pieza a la imagen de la Virgen de las Angustias, se realizó también un tornillo de oro, con un particular remate a base de un gran topacio.

Granada, de esta manera, puso todo su empeño y su corazón en una corona que, más allá de una joya, resultó ser un pequeño gran tesoro en el que resumir la devoción, sentimiento, emoción y plegarias de todo un pueblo. Una joya, emblema de la orfebrería en nuestra tierra, que es hoy testigo y legado de la fe de los granadinos.

 
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