Saturnino Fernández, el comadrón que atendió más de 8.000 partos
Gema Garrido dedica un espacio al sanitario que ayudó al nacimiento de tres generaciones de taranconeros
Tarancón
La autora de 'Callejeando por Tarancón' recordaba el pasado martes a un hombre clave para la historia de la sanidad reciente de nuestro municipio: Saturnino Fernández. Gema Garrido ha hecho parada en la calle dedicada a este practicante que ha participado en el parto de tres generaciones de taranconeros.
La calle Saturnino Fernández comienza en la Avenida Miguel de Cervantes y termina en la Avenida de la Hontanilla.
Callejeando Por Tarancón, con Gema Garrido (23/01/2018)
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BIOGRAFÍA
Su abuelo, D. Saturnino, procedía de Puebla de Almenara (Cuenca), era titulado y ya se dedicaba a la atención de enfermos con los medios de su época: haciendo curas, arreglando luxaciones y esguinces, poniendo y quitando puntos de sutura, sacando muelas o haciendo sangrías con sanguijuelas.
Su padre, D. Luis, era conocido como “el tío Luis, el cirujano” y era natural de Huelves (Cuenca). Desde pequeño ayudó a su padre en sus quehaceres y, llegado el momento, obtuvo la titulación universitaria en Estudios Médico-Prácticos. D. Luis y su mujer, Sofía, tuvieron cuatro hijos: Manolita, Saturnino, Luis y Emilio. En Tarancón se le recuerda mucho porque construyó la plaza de toros conocida como la “del tío Jabalera”, en la que torearon, entre otros, José Rubio “Niño de Riánsares” y Joaquín Rodríguez “Cagancho”.
Saturnino Fernández Martínez, era el segundo de cuatro hermanos y nació en Tarancón el 7 de febrero de 1892. Ya con 11 años ayudaba a su padre en el “arte de curar” y demostró tener una gran memoria y una extraordinaria habilidad mental. No es extraño que continuara con la “saga de los Fernández”, que después seguiría su sobrino Luis.
Pronto empezó sus estudios de practicante, autorizado para la asistencia a partos, y obtuvo el título por la Facultad de Medicina de Madrid en 1913, con 21 años de edad.
En 1917 se casó con Antonia García Maqueda, con la que tuvo dos hijos: Luisa y Juan. Lamentablemente, su mujer falleció en 1925 y sus hermanos Manolita y Emilio, que estaban solteros, se fueron a vivir con él para ayudarle a atender la casa y a sus hijos pequeños.
El día de la explosión del polvorín, D. Saturnino estaba atendiendo un parto. Como todo el pueblo, al quedarse sin luz terminó la tarea como buenamente pudo, se fue hasta su casa para ver cómo estaban los suyos e inmediatamente se desplazó hasta el hospital para integrarse en los equipos que estaban ayudando a las víctimas de tan trágico suceso, junto a los demás practicantes y médicos de la zona.
Fue conocido como D. Saturnino “el Comadrón” o “Chavalerías” y era el practicante y comadrón titular de Tarancón. En diciembre de 1950 obtuvo el diploma de Auxiliar Técnico de Laboratorio (ATS) y, en mayo de 1951, el de Cirujano-Callista.
Ejerció su profesión durante más de 60 años y atendió más de 8.000 partos. Fue pionero en la administración e inyección de penicilina, estreptomicina y cortisona. Don Saturnino fue el primero en inyectar la penicilina en una afección venérea; la estreptomicina en una tuberculosis bilateral pulmonar cavernosa; y, la cortisona para un reumatismo poliarticular deformante. Esta última, la trajo expresamente para un íntimo amigo suyo del pueblo, desde los Estados Unidos, Mariano del Burgo “el Boterillo”, escondida entre los instrumentos musicales, pues era batería de un grupo. La penicilina se la traía Julián Martínez Fronce desde Madrid en tren, metida en latas de galletas metálicas, entre hielo.
D. Saturnino no se enriqueció con su profesión, más bien, al contrario, muchas veces no solo no cobraba por sus servicios, sino que, además, a mucha gente que andaba escasa de recursos, les dejaba unos duros de los de entonces para que la madre se pudiera alimentar con caldos de gallina en el postparto.
Para D. Saturnino no había días ni noches. En su profesión tenía que estar siempre disponible, porque las enfermedades y los partos no entienden de ciclos del tiempo.
A pesar de sus muchas ocupaciones, se organizaba el tiempo para poder acudir a una peña gastronómica, conocida como la “Peña de los Chorrillos” de la que formaban parte, entre otras personalidades de la época, médicos, abogados, notarios o directores de banco como Luis Alonso, Manuel Casado, Felipe Ruiz de Velasco, Gabriel Llanas, Ernesto Castell o Manuel Alfonso.
También tenía su Peña Taurina, en la que se encontraban Gabriel Benita, su hermano Luis “el Bizco”, Víctor Sáiz “Mocete”, Fernando de la Ossa “Fernandillo” o los “Castellotes”. Las únicas vacaciones que se tomaba en todo el año eran para ir a las corridas de toros, a la Feria Taurina Madrileña, que por aquel entonces tenía 5 festejos como máximo. El día que murió Manolete hizo un corte en su visita domiciliaria para informar del trágico suceso a su inseparable amigo Gabriel.
El 14 de octubre de 1973, cuando tenía 81 años, le fue impuesta en el Cine Alcázar de Tarancón, la Medalla al Mérito en el Trabajo, categoría de Plata, tras una misa de acción de gracias que concelebraron D. José María Alfaro y el Padre Julián Ocaña. En el acto de imposición de la medalla le acompañaron el general Emilio Villaescusa a su derecha, que ejerció como padrino de la ceremonia y fue quien le hizo la imposición; y el Padre Ocaña a su izquierda. Entre las autoridades presentes también se encontraba D. Jesús Morcillo Rubio, otro hijo ilustre de Tarancón. Después del acto se celebró una comida de homenaje y, en los postres, intervinieron D. José Ríus, evocando la infancia de D. Saturnino, y el presidente del Colegio de ATS de Cuenca, que anunció que en su última reunión, la Junta Directiva de este órgano había acordado nombrarle Colegiado de Honor vitalicio.
Una faceta desconocida para la mayoría de sus paisanos era su afición por la guitarra, que únicamente solía utilizar en fiestas familiares o celebraciones entre amigos.
Al morir, a principios de septiembre de 1976, en víspera de las fiestas patronales, Saturnino Fernández dejó la casa de sus padres en la plaza del mercado y una finca en la vega, de nombre “Los Aguachares”, de unas treinta fanegas de regadío, que fue atendida durante muchos años por un hortelano llamado Tiburcio.
CALLE
En 1979, la Corporación Municipal acordó en Sesión Plenaria dedicarle una calle. También fue nombrado Hijo Predilecto de Tarancón.
En 1992 Julián Martínez Fronce, hermano de Félix, de quien ya hablamos en esta sección, publicó un libro titulado “Homenaje en la conmemoración del primer centenario del nacimiento del ilustrísimo don Saturnino Fernández Martínez (1892-1992). Ayudantes Técnicos Sanitarios, Diplomados Universitarios de Enfermería y Matronas Taranconeros”. Ahí se puede leer una amplia biografía del personaje al que nos hemos referido hoy.