A medio entender

Santa Cruz de Tenerife
Más o menos como se esperaba, el escenario de los Goya sirvió para representar una especie de remake de las reivindicaciones feministas de los Globos de Oro. Un remake tibio, eso sí, y no creo que solo por la pérdida del factor sorpresa. En España es bastante habitual llegar tarde a todo. Por mucha indignación patria que haya despertado la retahíla satírica de topicazos españolistas en el Times, aquí hay instalada una especie de resignación a ser los últimos. O los penúltimos. Nos llega todo cuando ya es un débil eco, ya sea la moda estilo camisón o los debates sobre el necesario cambio de sociedad en el mundo. Estamos acostumbrados, por así decirlo, a ir siempre a medio gas.
Este, el del gas, por cierto, es en Canarias el ejemplo palpable de ese retraso perpetuo que impregna nuestro ADN. Planteando una elección simplista entre gas y renovables no vamos a ningún lado. Porque la cosa no es así. Sencillamente, porque no puede ser así. Pasarán décadas hasta que podamos abastecernos solo con renovables. No hay más. Porque el viento no sopla cuando queremos (tiene más bien tendencia a ulular cuando no queremos) y el sol no brillará sobre nuestras placas después del ocaso. Por más que ese sea el momento en que a usted o mí nos plazca poner la estufa y encender la tele. Y no, señores, hoy por hoy no existe una pila descomunal donde guardar para la noche oscura que alberga horrores. Y es tan improbable que se invente mañana como que deje de haber tráfico de mujeres o que Braulio deje de decir inconveniencias. Por desgracia, incluso pidiéndolo con todas nuestras fuerzas, lo correcto o lo ideal no ocurrirá de inmediato.
En realidad, eso de que siempre nos quedemos en un triste quiero y no puedo se debe a nuestra falta de interés por no enteramos a medias. Con oír campanas, leer un tuit y comprometernos con la causa de turno en el siguiente, nos consideramos cumplidos y bien informados. Y no. En esto, la cosa tampoco funciona así. Pero a nadie le importa.
Los profesionales del periodismo estaríamos para aportar los datos necesarios para que todo el mundo opinase con conocimiento de causa, claro. Pero ante la crisis del sector que ha cerrado periódicos a mansalva, a nadie se le ha ocurrido lanzarse a colgar banderas reivindicativas, reclamando su derecho a saber lo que realmente hay. Más bien se ha encogido todo el mundo de hombros y, de nuevo, se han puesto con sus redes. Donde el amigo del amigo del amigo que ha publicado lo que sea trabaja en lo suyo, tiene familia, hobbies y, lógicamente, no se ha planteado siquiera tomarse el tiempo recabar toda la información que usted, o yo, necesitamos para tener una postura con fundamento. Pero parece que a todos nos vale con una sin fundamento.
En fin. Será que al ver 'Los Archivos del Pentágono' me ha entrado la nostalgia. He de dejar de ir al cine. Total, si están los vídeos de gatitos...




