Reindustrialización, deslocalización, desolación...

Palencia

En las pasadas navidades aparecía la noticia de que la Junta de Castilla y León aprobaba un llamativo plan de reindustrialización para Miranda de Ebro disponiendo medidas como la de poner el suelo industrial a mitad de precio, desarrollar un ramal ferroviario o facilitar financiación para el asentamiento de nuevas empresas. Han transcurrido tan sólo 6 semanas de ese anuncio y hoy Miranda es una localidad que vive una de sus peores pesadillas debido al cierre de la planta de Siemens Gamesa, con anuncio incluido del despido colectivo de las 133 personas que integran su plantilla.

Qué dura paradoja vivimos en esta comunidad que durante tanto tiempo alterando sus variables vuelve del revés un recordado refrán convertido en un nuevo proverbio, el de “vísperas de mucho, días de nada”, considerando la incongruencia entre los grandilocuentes anuncios políticos y la cruda realidad cotidiana.

Pero si le llamamos a las cosas por su nombre a lo que ocurre en Miranda se le puede llamar “deslocalización”. La deslocalización empresarial es uno de los aspectos más deshumanizantes de nuestro tiempo, porque las personas deben ser el fundamento, la causa y el fin de todas las realidades, incluida, por supuesto, la realidad económica. Por eso la Junta debe tomar cartas en el asunto de manera inmediata sobre las empresas que nos dejan a todos con dos cuartas de narices, iniciando una exhaustiva auditoría sobre toda la batería de ayudas públicas que han recibido en cuanto a exenciones fiscales, subvenciones al empleo creado o ventajas en la compra de suelo industrial.

En fin, llueve sobre mojado. Pero hoy he recordado un acuerdo de fecha 29 de marzo de 2017 entre el gobierno de la Junta de Castilla y León y los grupos parlamentarios de las Cortes sobre la reindustrialización de nuestra región. De dicho acuerdo lo primero que se aprecia es toda una carga de buena voluntad con algunos propósitos plagados de expresiones políticamente correctas acompañados de un presupuesto. Estamos ansiosos para que se explique a la ciudadanía, y presente a quien corresponda, el balance de este primer año sobre tales actuaciones. Me temo que, desgraciadamente, ese recuento corra el riesgo de verse afectado por claros indicios de autocomplacencia y fuese en su periodo embrionario un brindis al sol más.

Por cierto, el acuerdo en cuestión, al igual que el plan de reindustrialización de Miranda del que les hablaba al principio, no recoge medida alguna para el mantenimiento del tejido industrial ya existente. No nos extrañe, pues, que lo que mal empieza acabe mal.