Un día en el quiosco
Los vendedores de prensa se lamentan de la decandencia del negocio y culpan de ello a internet y a los editores
Bilbao
La vida de Xoan Suárez dio un giro el pasado mes de noviembre. Tras tiempo trabajando en un supermercado, se quedó en el paro y su cabeza comenzó a dar vueltas en busca de un futuro. Un día, charlando con un amigo que había visto el anuncio en Twitter, decidió presentarse al concurso público del Ayuntamiento de San Sebastián y optar a la concesión de la licencia de explotación del quiosco del Boulevard que quedó vacante por jubilación del anterior propietario. La suerte quiso que en tres semanas sonara el teléfono informándole de la adjudicación de la licencia.
Xoan lleva tres semanas trabajando en el quiosco y, como él mismo cuenta en A vivir que son dos días Euskadi, "voy ingresando dinero en la cuenta, el suficiente para pagar las facturas de los proveedores, aunque aún es pronto para haber balance". Lo que más vende son periódicos, y reconoce que gran parte de su clientela tiene más de 50 años. "Los que no leen el periódico ni en la tablet ni en el ordenador", explica. Él mismo reconoce que no lee el periódico en papel desde hace años. "Me voy enterando de la actualidad por las redes sociales y la televisión", cuenta.
A las 6.30 de la mañana está todos los días en el quiosco. "Tengo clientes fijos y les doy un servicio gratuito a domicilio". Trabaja 362 días al año sin decanso semanal.
Según Rafael Artacho, presidente de la Agrupación Nacional de Vendedores de Prensa, los datos no dan para ser optimistas "aunque tenemos que serlo". Ha regentado durante 30 años un local de venta de prensa y es consciente de que internet ha cambiado los hábitos de la gente. "Antes, el periódico era para todo, para ver las farmacias de guardia, etc. Ahora no. Nosotros no hemos sabido adaptarnos a la nueva realidad. Podíamos haber utilizado las nuevas tecnologías mucho antes, habernos modernizado", explica. Para él, "los principales culpables son los editores, que han llevado una política equivocada con respecto a internet regalando la información, devaluándola, porque lo que no se paga no se valora, y ese fue un error muy grave cuyas consecuencias estamos pagando todos".
Artacho sostiene que los quioscos están diversificando el negocio a través de la venta de juguetes o botellines de agua. También se están convirtiendo en punto de entrega de artículos comprados a través del comercio electrónico. "Estamos buscando alternativas. Es una forma de que se acerque gente joven y sepa dónde estamos", dice.
La historia de José Antonio Martínez es la de una vida dedicada a la venta de periódicos en el quiosco más antiguo de Bilbao, el de Sabino Arana 19. Es la tercera generación, después de sus padres y sus abuelos. Comenzó a trabajar en 1964, con tan solo 12 años, ahora ya está jubilado y continúa su mujer con el negocio. "La venta de prensa se ha reducido a una cuarta parte en los últimos diez años. Nos da lo justo para comer y no te da para pagar impuestos", cuenta José Antonio. Abren a las 5.30 y están hasta las 3.30. Por la tarde no abren porque no les merece la pena, según cuenta. "El negocio está muerto, esto parece más una agencia de información y turismo", se lamenta. Cuenta con la peculiaridad de que el suyo fue el primer quiosco ecológico de Europa. Al no tener corriente, instalaron unas placas solares.
Un día en el quiosco.
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Según el Estudio General de Medios, los periódicos han perdido 850.000 lectores durante 2017. En los últimos cinco años, en España, se han cerrado 4.300 puntos de venta, 336 en Euskadi, lo que supone un descenso del 21%. Hoy por hoy, hay 1234 puntos de venta en nuestra comunidad y de ellos 249 son quioscos, 42 distribuidos entre Bilbao y Donostia, ya que Vitoria-Gasteiz cerró su último quiosco el pasado mes de diciembre.