Cuando un equipo no funciona
A Coruña
Cuando juegas en tu propio feudo y tu rival te deja en 65 puntos anotados habiendo cometido éste solamente 14 faltas personales...
Cuando permites que tu oponente anote un 63'7% de sus lanzamientos de dos puntos...
Cuando el contrario te supera en 67 créditos en la valoración final (101 de C.B. Prat por 44 de Leyma Coruña)...
Cuando concedes 14 puntos producto de segundas oportunidades...
Cuando se te escapan el 50% de los rebotes que se producen en tu propio aro (Leyma capturó 12 rebotes defensivos, Prat 12 rebotes ofensivos)...
Cuando tu juego interior, a priori uno de los mejores de la competición, acaba el choque con la paupérrima cifra de 5 capturas...
Cuando un jugador rival recoge más rebotes que todos los jugadores de tu equipo (Emanuel Cate acabó el choque con 21 rebotes por los 17 rebotes totales que consiguió el Leyma después de los cuarenta minutos de juego)...
Cuando jugadores que hace unos meses eran referentes ahora, lejos de su mejor momento de forma y confianza, apenas cuentan (Jonathan Gilling no jugó ni un solo segundo en la segunda mitad, Jorge Sanz estuvo sobre el parqué únicamente 11 minutos el pasado viernes y firmó el peor partido del año) y son una sombra de lo mostraron a principio de temporada...
Cuando sales a la cancha relajado y dilapidas, por incomparecencia, los veinte primeros minutos de partido ante el segundo clasificado, un señor equipo que lleva todo el curso en puestos punteros jugando un baloncesto sencillo pero muy efectivo...
... lo normal es que hasta los aficionados más fieles y optimistas empiecen a desconfiar.
Lo acontecido el pasado viernes en Riazor fue un espectáculo bochornoso. Después de recibir una dolorosa derrota en un partido clave siete días atrás en Valladolid, el Leyma Coruña debía tirar de orgullo y de baloncesto para doblegar a un durísimo rival como es el Prat. Para ello, ya lo decía Aranzana en la previa, teníamos que hacer un partido perfecto.
Nada más lejos de la realidad. Los jugadores naranjas saltaron al parqué excesivamente confiados, sin tensión, y el equipo potablava lo aprovechó para barrer a los coruñeses de la pista. Parcial de 2-13 en un inicio en el que los catalanes demostraron una superioridad insultante.
Le tocó al Leyma remar contracorriente y sucedió lo que (casi) siempre le sucede a este equipo cuando se ve por detrás en el marcador, que fue incapaz de culminar la remontada. Pese a unos muy dignos cinco primeros minutos de tercer cuarto que devolvieron mínimamente la esperanza a la grada (el Leyma llegó a colocarse a seis puntos de su rival), el cansancio, los problemas de faltas personales de jugadores clave y, por qué no reconocerlo, la reacción de un gran Prat evitaron el milagro, los catalanes volvieron a abrir brecha en el marcador y se llevaron una victoria incontestable.
El Leyma Coruña no funciona. Son sólo dos derrotas consecutivas pero el momento y el modo en que se han producido han hecho que el desánimo reine en una parroquia herculina que no olvida el discurso ambicioso que se vendió en pretemporada y que puede dispensar los errores y las derrotas pero no la falta de actitud.