Sobre Antonio Morales

El presidente del Cabildo grancanario se amparó ayer en el novelista Umberto Eco y su definición de la ‘maquinaria del fango’, ese mecanismo de la comunicación actual que destruye honras y crea sospechas sobre el proceder de personas e instituciones. Lo hizo para censurar la publicación en el periódico ‘La Provincia’ de varias noticias basadas en un informe de la Audiencia de Cuentas, que cuestiona distintas prácticas suyas como alcalde de Agüimes. Ya dije ayer –y hoy reitero- que no parece que el fraccionamiento de algunos contratos sea tan grave como para responsabilizar penalmente a Morales, aunque también es verdad que comienzan a conocerse otras irregularidades descritas en el informe -como el manejo de una contabilidad B de más de un millón de euros- que huelen bastante peor.
No es Morales el primer político señalado en Canarias por su responsabilidad en la comisión de irregularidades –no presuntas, ni tampoco “chorradas”, como las califica-, ni el primero que responde con fuego de artillería contra los medios que lo denuncian. Morales ofreció una rueda de prensa en la que acusó a ‘La Provincia’ de ser un “periódico del régimen”, argumento recurrente con el que en varias ocasiones ha descalificado a cualquier medio que le haya cuestionado algo –esta emisora o el periódico ‘El Día’, por ejemplo- y a distintos periodistas. Morales no se conformó con su rueda de prensa para desacreditar a ‘La Provinci’a, acusar al periódico de “abandonar la senda de la defensa de Las Palmas”, y “hacer de lobby de tráfico de influencias para tratar de salvar los muebles de su empresa en Canarias”. En el mismo tono aprovechó su comparecencia en el programa ‘El Foco’ de RTVC, para calificar nuevamente al rotativo de “mercenario”, “manipulador” y otras lindezas similares.
Se trata de un comportamiento bastante desproporcionado, una reacción excesiva ante un asunto en principio menor, que se asemeja sorprendentemente a la feroz reacción contra los medios de políticos realmente afectados por casos de corrupción. Pienso sobre la marcha en Esperanza Aguirre, o Ignacio González, del PP, en el señor Jesús Gil, alcalde de Marbella, en Xavier Trías, de Convergencia, en Juan Carlos Monedero, de Podemos o en Miguel Zerolo, que también acusó a La Provincia de ser el único medio en Canarias que se ocupó del caso Las Teresitas. Todos esos políticos fueron durísimos contra los medios que les denunciaron. Todos los acusaron de estar vendidos al poder de turno y de aventar porquería por encargo. De hecho, la experiencia demuestra que cuanto más pringado está un político, cuanto más pillado se siente, con más virulencia y exceso reacciona ‘matando’ a los mensajeros…
No digo que los medios sean inocentes. Ni mucho menos. Lo que digo es que la mayor maquinaria de fango, es –a mi juicio- la que se fabrica desde los despachos y aledaños del poder político, para que el periodismo renuncie a husmear en la corrupción y sus miserias.




