Los pensionistas denuncian la falta de servicios a la tercera edad en el rural

Santiago de Compostela

La situación de pensionistas y jubilados que viven en el rural es, si cabe, más complicada. Además de hacer malabares con una prestación que la mayoría consideran escasa, tienen dificultades para acceder a servicios destinados a la tercera edad. La falta de transporte, de centros médicos cercanos o de ayudas a domicilio son algunas de las quejas más comunes.

En localidades como Pol, la solidaridad suple la falta de servicios públicos y de recursos para adquirirlos en el sector privado. La Asociación de Jubilados llega a donde no lo hacen las administraciones. Según su presidente, José Antonio Brañanova, diariamente atienden, al menos, a 18 personas. Entre las que dependen de su ayuda se encuentra un hombre de casi 90 años, que vive solo y que 3 veces por semana tiene que desplazarse a Lugo para una sesión de diálisis. Aunque un taxi pasa a recogerlo, a menudo los voluntarios deben hacerse cargo del desplazamiento, debido a la demora en el servicio.

Los pensionistas denuncian las deficiencias del transporte público en el rural, bien por insuficiente, bien por inexistente. Pedro, vecino de Lourenzá, sufre las consecuencias de ello. Cada vez que tiene que realizarse una prueba médica específica o visitar al especiaista, debe recorrer, en el mejor de los casos, unos 30 kilómetros hasta Burela. A veces, incluso a Lugo. Y la escasa frecuencia de autobuses hace que dependa de sus familiares.

A sus 76 años, Pedro ha visto menguar su prestación, actualmente de unos 740 euros. Esta cantidad aumenta a un ritmo mucho menor que el nivel de vida y sus gastos. Las subidas de los últimos años se quedan por debajo de los 2 euros, por lo que el pago de facturas, medicinas e, incluso, hacer frente a la cesta de la compla es cada vez más complicado.

Los jubilados demandan más centros de día y residencias, que solo son una realidad en las zonas más urbanizadas. Aseguran que las ayudas a domicilio no llegan a todos los hogares.