Nos gusta el morbo

Palencia

¿Cómo ha pasado? ¿Dónde ha sido? ¿Quién lo ha hecho? ¡Seguro que alguien más está implicado! Nunca me ha gustado nada esa mujer…

Son frases que he escuchado estos días ante la noticia del asesinato del pequeño Gabriel. Gran parte de los medios de comunicación social han convertido este lamentable hecho en un Gran Hermano en directo. Los rostros de los padres, sus lágrimas, sus reacciones, sus gestos, sus abrazos… han sido grabados a todas horas. A la asesina confesa la conocemos cada espectador mejor que su propia familia.

Sus padres nos han dado un ejemplo de cordura, saber estar y situarse. Frente a los discursos incitando al odio, la pena de muerte, el racismo, la intolerancia… su madre nos hablaba de otras actitudes que nos tienen que hacer pensar a todos.

El domingo las redes sociales se convirtieron en un avispero. Si hubieran podido, muchas personas hubieran usado un arma para tomarse la justicia por su cuenta. Los instintos más agresivos salieron de muchos ciudadanos. En algún caso me indignaba ver como personas que se consideran progresistas, liberales y defensores de los derechos humanos usaban términos que no se pueden reproducir en una emisora como la Cadena Ser. Su libro de estilo, como es lógico y normal no lo permiten.

Estos días ha habido mucho morbo en algunos medios de comunicación.Un morbo que vende, suma audiencias millonarias y por consiguiente ingresos publicitarios. La solidaridad de la opinión pública no puede ir unida a saber lo que están viviendo en cada momento sus pobres familiares. En mi modesta opinión ha faltado respeto, intimidad, silencio. Para mí eso es la verdadera solidaridad con la familia.

Como afirma el jesuita Álvaro Zapata: “La información morbosa que recibimos nos hace posicionarnos, discutir la investigación o clamar por una solución drástica. Sin detenernos en el sufrimiento que eso genera en la víctima, sin pensar en que la herida necesita ser sanada y no estar continuamente abierta. Nos falta sentido común y compasión para asumir que no necesitamos los detalles."

La información que nos llega nos tiene que ayudar a conocer nuestro mundo, a trabajar por cambiar lo que no funciona y a hacernos más compasivos con el dolor que lo habita, no a generar más conflictos, mantener heridas abiertas y quedarnos en lo escabroso.

Desde siempre han existido los llamados juicios de valor. Un presunto asesino es un asesino antes de celebrarse el juicio, un presunto ladrón es un ladrón antes incluso de sentarse al banquillo y un presunto violador es un violador mucho antes de incluso haberse detenido. El morbo es algo innato de las personas y los medios de comunicación no hacen mucho por evitarlo. Desde los telediarios, hasta los programas de cotilleos tanto mañaneros como nocturnos, hablan sin tapujos sobre temas tan muy delicados, estigmatizando a las personas y condenando a un investigado antes incluso que el propio Juez y no hablo precisamente del caso del pequeño Gabriel, donde la asesina ha confesado su crimen.

Si elegimos el camino del morbo todos perderemos nuestro derecho a la intimidad. Cualquier cosa pequeña que nos pueda pasar, se podrá hacer pública. La decisión está en los ciudadanos. Si no consumimos ciertas informaciones amarillistas, estas desaparecerán.