Pensamos muy mal (tercera parte)
A Coruña
Hace un par de semanas que vengo hablándoles de sesgos cognitivos, que son esos pequeños fallos cerebrales que nos hacen pensar que las cosas son como no son. Vamos con una tercera tanda.
Un efecto interesante es el efecto de encuadre. Este es un efecto muy gallego o muy de Jarabe de Palo. Deberían llamarle el efecto "depende" y consiste en que podemos extraer diferentes conclusiones dependiendo de cómo interpretemos los datos. El ejemplo más típico es que suena mucho mejor hablar de una enfermedad que se cura el 90% de las veces que hablar de una enfermedad que mata al 10% de los que la padecen. ¿A que suena mejor la primera?
Este efecto aparece mucho el día después de unas elecciones. Es increíble la capacidad que tienen los partidos políticos para ser todos los claros ganadores de las elecciones, a pesar de las matemáticas.
Vamos con otro muy común. Estarán cansados de escuchar esa expresión que dice "la primera impresión es la que cuenta". Pues efectivamente, esto es un sesgo cognitivo del que no se libra nadie. Si conoces a alguien y ese mismo día te saltas un semáforo en rojo por despiste, serás para siempre el que se salta semáforos en rojo.
El efecto opuesto, que también se produce, es el llamado efecto de último evento, o el efecto de primacía. Valoramos más el último acontecimiento que los anteriores. Si una persona gana 1000€ en la lotería será para nosotros un suertudo, aunque se haya dejado a lo largo de su vida mucho más que 1000€ en boletos perdedores.
En el mundo de la comedia pasa algo parecido. Hay un dicho entre los cómicos que dice: "Eres tan bueno como en tu último bolo." Da igual que lleves muchos años encima de un escenario, si haces el ridículo en la gala de los Goya de este año, serás recordado por eso.
Uno de los mayores problemas que tenemos los humanos es que nos tenemos en muy alta estima a nosotros mismos. Nuestro trabajo lo hemos conseguido con esfuerzo, pero fulanito ha ascendido porque es un enchufado. Nosotros somos mejores, solo que tenemos mala suerte, ¿verdad? Pues esto también es un sesgo, el sesgo de atribución. Ah, también creemos que somos mucho más flexibles de lo que somos en nuestra forma de pensar. Lo cierto es que es complicadísimo hacernos cambiar de opinión aunque estemos equivocados. La terquedad antes que la verdad.
La terquedad o la autoridad, porque si el que dice algo es una persona que nosotros consideramos una figura de autoridad y admiración, lo que diga será palabra de dios, aunque esté completamente equivocado. No lo vamos a cuestionar porque se activa nuestro sesgo de autoridad.
En fin amigos, la semana que viene termino con los sesos, prometido. Mientras tanto, no se fien de nadie, especialmente de ustedes mismos. Qué duda cabe.




