Nacho Ares y la peregrinación a Santo Toribio
El misterioso origen pagano del camino lebaniego
Santander
El Camino Lebaniego implica una peregrinación. Este Año Jubilar 2017 nos invita a visitar este lugar maravilloso de Cantabria. No es una cuestión baladí el hecho de que Santo Toribio se encuentre dentro de ese camino integrado en el Camino de Santiago, que recorre de este a oeste en el norte de la Península Ibérica. Enraíza con una tradición absolutamente milenaria y que hunde sus orígenes en el mundo pagano.
No es casual que esa peregrinación se realice de este a oeste, desde la zona francesa al extremo occidental de la península, pasando precisamente por Santo Toribio. Este es el recorrido que hace el sol a diario por el firmamento, lo que recuerda a esos cultos solares de tradiciones milenarias, de tradiciones sobre todo paganas.
En los primeros años del Cristianismo, la nueva religión lo que hizo fue adaptar algunos de esos mimbres de creencias mucho más antiguas para adaptarlas al nuevo credo, en este caso, identificado con el cristianismo.
Algo que ya realizaban los antiguos egipcios en el valle del Nilo hace miles de años con esa peregrinación a santuarios y templos que ellos ubicaban en la zona occidental del valle. El propio Jesús fue, según el Nuevo Testamento, 'LUX MUNDI', esto es, la luz del mundo. Una referencia más, que nos tiene que hacer reflexionar sobre ese origen solar del Cristianismo.
En el propio Monasterio de Santo Toribio tenemos también otra clave evidente, la orientación de la Iglesia. ¿Dónde está la cabecera? En la parte más oriental; ¿por dónde se entra? Por occidente, por el oeste.
El peregrino lo que tiene que hacer al entrar en Santo Toribio es caminar por la nave central del edificio hasta el altar, hasta el lugar más oriental, donde nace el sol y se encuentra la figura de Jesús, culminando así una suerte de viaje iniciático por el interior de la iglesia de Santo Toribio. Una vez más, descubrimos en el mundo cristiano simbología mágica que procede de culturas mucho más antiguas, de culturas que hunden sus raíces en el mundo pagano.
Santo Toribio quizá es uno de esos baluartes, uno de esos elementos más carismáticos. Enclavado en el núcleo principal de ese camino lebaniego, Santo Toribio de Liébana es, sin lugar a dudas, uno de los ejemplos más claros que identifican el culto primitivo y el culto medieval de la religión cristiana con las antiguas creencias del mundo solar.
SANTO TORIBIO
Todo lugar sagrado recibe su sacralidad a través de la historia, a través de tradiciones que por desgracia hoy hemos olvidado. Si echamos la vista atrás e intentamos buscar cuál es la razón primigenia de la sacralidad del Santo Toribio de liébana, la bruma del tiempo convierte la respuesta a esta pregunta en algo casi imposible.
Donde hoy encontramos iglesias, donde hoy encontramos monasterios, antiguamente hubo lugares sagrados vinculados a otras creencias, a otras formas de pensamiento. Y, seguramente, si levantamos la tapa de estos lugares veríamos que esa sacralidad es increíblemente más antigua de lo que pudiéramos imaginar.
Muchos de estos lugares hoy identificados con el cristianismo, como Santo Toribio de Liébana, seguramente fueron identificados en la Prehistoria con lugares sagrados identificados con dólmenes, menhires, con espacios vinculados a la divinidad. Vinculados a un espacio sacralizado cuyo pensamiento, ligado en muchos casos al culto de la naturaleza, ha permanecido incólume prácticamente hasta nuestros días.
Lo que hoy podemos ver en Santo Toribio es un legado absolutamente mágico de ese gótico del siglo XIII, gótico cisterciense que refleja las claves más estrictas de la orden de Bernardo de Claraval, buscando esa austeridad, buscando esa vida frugal para combinar el sosiego y el descanso con lo más divino, con lo más sagrado, con lo trascendente.
Como sucede con todos los enclaves religiosos a lo largo de la historia, han sufrido infinidad de remodelaciones y cambios. Lo podemos ver desde el siglo XIII hasta prácticamente la actualidad en el claustro del siglo XVII: las decoraciones de algunas puertas convierten a Santo Toribio en un elemento absolutamente vivo con más de 1.000 años de existencia.
La sacralidad del espacio de Liébana vino reflejada a través de la existencia de la Cueva Santa, una ermita vinculada al obispo Toribio de Palencia, un obispo del siglo sexto. Aunque la cueva sea posterior al siglo noveno, nos está hablando de esa historia sagrada, de cómo los espacios se convierten en algo divino por el pensamiento y la creencia popular de que ahí sucedió algo, de que en ese espacio existe un punto de conexión con ese ente universal al que muchos denominan Dios.
El mismo arquetipo, algo que miles de años después, todavía hoy se sigue viviendo y se sigue sintiendo en Santo Toribio de liébana.