La supervivencia es la medalla: así son las clases de autodefensa del método SafeGirl
La Associació Valenciana d'Autodefensa per a Dones lleva 10 años impartiendo clases que nada tienen que ver con lo deportivo, y denuncia la escasa colaboración de las administraciones
Valencia
Cómo escapar cuando un agresor te ha atrapado por la espalda, cómo evitar ser asfixiada, o desviar los golpes, o cómo apartar e inutilizar las armas blancas. Nada que ver con ningún deporte, pero mucho que ver con la supervivencia. Es lo que enseñan en las clases del método SafeGirl que imparte la Associació Valenciana d'Autodefensa per a Dones, que desde el año 2007 acoge, en instalaciones cedidas por la Universitat de València, a decenas de alumnas aplicadas que no pretenden convertirse en cinturón negro, ni ganar medallas, ni subir a un podio, sino tener la certeza de que podrán volver sanas y salvas a casa por la noche, de que sabrán defenderse ante posibles violaciones, golpes y abusos en un momento en el que el goteo de casos de violencia machista sigue siendo, por desgracia, una constante.
Contra esa lacra tratan de luchar en la asociación, que ha desarrollado para ello un método propio, científico, que nada tiene que ver con las artes marciales. Es el método SafeGirl, que desarrolla y enseña una serie de movimientos y golpes, pensados específicamente contra agresiones a las que se pueden ver sometidas las mujeres. Y especialmente, contra las tres causas más frecuentes de muerte por violencia machista: la asfixia o estrangulación, los golpes, o la muerte por arma blanca. Lo explica el presidente de la asociación, Javier Fortuño.
Javier Fortuño, presidente de la Associació Valenciana d'Autodefensa per a Dones, explica en qué consiste el sistema SafeGirl
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Y con ese fin tiene en cuenta factores que otras técnicas olvidan, como el peso, el tamaño, o la fuerza de las mujeres, elementos que se deben tener en cuenta a la hora de defenderse.
Mujeres, además, muy diversas, agrupadas en la actualidad en dos clases de 35 mujeres cada una. Con diferentes niveles y diferentes edades, desde los 12 años hasta la edad adulta. Un público diverso: mujeres que han sido víctimas de malos tratos, quizá algunas que lo son aún, adolescentes cuyos padres quieren que conozcan un medio de estar más seguras cuando salen, universitarias y hasta mujeres derivadas por el grupo Gamma de la Polícía Local.
Todas ellas aprenden la técnica, sí, pero también, señala Fortuño, mejoran su autoestima y su grado de empoderamiento una vez que son conscientes de que son capaces de defenderse. Por desgracia, alguna vez han tenido que aplicar lo aprendido pero, asegura el presidente de AVAD, las historias que le han contado indican que ha funcionado.
Alumnas cada vez más concienciadas y reivindicativas, afirma Fortuño basándose en lo que ha visto en los diez años de vida de la asociación, pero que viven en una sociedad que cada vez es más machista. Eso dicen las estadísticas, y eso dice el hecho de que los más jóvenes toleren comportamientos antes inaceptables, destaca el presidente de la asociación.
Una sociedad en la que las administraciones podrían hacer mucho más. Aunque reconoce que el Ayuntamiento de Valencia ha llevado a cabo, de forma puntual, cursos de autodefensa, organizados por el propio consistorio, denuncia su corta duración. Y es que en diez horas, asegura, no se aprende autodefensa, ni ninguna otra cosa. Para Fortuño esas iniciativas solo son una forma de que los políticos calmen sus conciencias. En una década, añade, y tras muchas reuniones con ayuntamientos de la provincia, la Associació Valenciana d'Autodefensa per a Dones no ha conseguido sacar adelante ninguna colaboración.
Javier Fortuño, presidente de la Associació Valenciana d'Autodefensa per a Dones: "Los ayuntamientos proponen cursos de autodefensa de 10 horas, pero hacen falta 5 años de formación"
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Fortuño tiene claro que sus clases no deberían existir, porque el motivo tampoco debería hacerlo. Considera injusto que la sociedad ponga el foco en las víctimas, en las mujeres, que casi se les obligue a saber defenderse y no a que el agresor deje de agredir. Pero mientras eso llega, asegura, se siente orgulloso de un trabajo que ha probado ser útil.