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La Cátedra de Micología del Campus de Palencia recuerda que se puede prevenir la caída de árboles

Ciertas variedades de árboles y sus ramas caen mucho más fácilmente que otras y son potencialmente de mayor peligro

El último temporal del pasado fin de semana afectó a unos cuantos árboles en Palencia, provocando en algunos casos daños materiales / Radio Palencia

El último temporal del pasado fin de semana afectó a unos cuantos árboles en Palencia, provocando en algunos casos daños materiales

Palencia

La Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid ubicada en el Campus Universitario palentino (Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias ) y patrocinada por la Diputación de Palencia está realizando desde hace varios años estudios de seguimiento de los árboles urbanos en relación con los hongos asociados, tanto los que ayudan a la planta a desarrollarse como los que producen pudriciones en los troncos y raíces.

El director de la cátedra Juan Andrés Oria de Rueda, de la Universidad de Valladolid, explica que según se desprende de sus estudios, ciertas variedades de árboles caen y vuelcan mucho más frecuentemente que otras, dando lugar a daños económicos y tristemente, en algunas ocasiones, personales muy graves. Si bien la caída de árboles depende de muchos factores, uno de los motivos de base es que desde hace años se plantan con frecuencia árboles exóticos o impropios para cada lugar y podemos encontrarlos masivamente en colegios, avenidas y parques.

A veces se dice que los chopos y los olmos se caen más, sin embargo dentro de estos grupos de árboles hay estirpes muy peligrosas, como los clones de chopo canadiense (productor masivo de pelusas) o el álamo bolleana (de Afganistán), mientras que los chopos negros autóctonos y los lombardos se derriban y caen con mucha mayor dificultad. La diferencia estriba en su distinta resistencia. Existen cultivares de chopo, de gran uso para la fabricación de tableros en la industria, que sin embargo plantean graves peligros cuando se plantan en colegios y parques pues se han seleccionado en su origen para que sus ramas inferiores caigan fácil y rápidamente. El problema es que cuando se plantan árboles de gran crecimiento e interés económico pero impropios desde un punto de vista urbano en parques y jardines pueden causar accidentes.

El olmo autóctono, por ejemplo, es un árbol de raíces muy fuertes y resistentes, además de su madera elástica por lo cual no se derriba fácilmente ni aún con vendavales fuertes. Por el contrario, el olmo siberiano, muy frecuente en parques y jardines desde hace unos 30 años presenta una resistencia mucho menor y a menudo sus ramas caen y pueden dar lugar a tragedias. El olmo siberiano se ha utilizado generalizadamente debido a que sufre en menor medida la enfermedad de la grafiosis aunque actualmente, se encuentran olmos autóctonos en Madrid que resisten esta temida enfermedad y debieran propagarse.

Dentro de los pinos, también hay variedades mucho más peligrosas que otras y que vuelcan con mayor facilidad. El pino piñonero, por ejemplo, tiene las raíces muy superficiales y una copa muy ancha y suele sufrir mucho cuando hay nevadas o grandes temporales, para las cuales no está preparado, sobre todo en suelos urbanos sueltos con pavimento impermeable y riego muy superficial. Por el contrario, el pino pudio o salgareño autóctono, de sistema radical de mayor profundidad y copa piramidal, resiste las nevadas o vendavales con mucha mayor seguridad. Dentro de los cipreses, el utilizadísimo arizónica es mucho más peligroso que el cipres común o de los cementerios, debido a lo superficial de sus raíces y menor resistencia al vuelco.

También hay otros árboles, como los robles, de sistema radical sorprendentemente profundo y anclaje imbatible, de una seguridad mucho mayor que otras estirpes, como las acacias. En Estados Unidos se emplean mucho los robles como árboles urbanos, debido a su resistencia y menor posibilidad de derribo. Curiosamente los robles españoles como el marojo se emplean en las urbanizaciones americanas y son muy apreciados, algo que en España tristemente no se hace, comenta el Dr. Oria de Rueda .

Uno de los factores estudiados es que los pavimentos actuales no son filtrantes y dan lugar a que las raíces de los árboles no puedan respirar (sufren anoxia o falta d oxígeno) y albergar a hongos beneficiosos o micorrícicos, que ayudan en el desarrollo y mantenimiento de la sestructuras integrales de los árboles, dificultando su derribo. Hace años en muchas ciudades españoles adoquinadas, los árboles caían con mucha menor frecuencia mientras que con los generalizadísimos pavimentos impermeables de cemento y asfalto, los árboles se debilitan en su base de modo críptico, es decir aparentemente el árbol está bien pero oculta su muerte radical. El abuso en la aplicación de gran cantidad de sal en las calles en invierno también colabora en ello.

No se trata de culpabilizar a todos los árboles y tratar de cortarlos. Se trata de intentar por todos los medios disminuir el riesgo atendiendo a todos los factores que influyen, afirma Juan Andrés Oria de Rueda

 

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