El primer puente sobre la carretera
Lo malo no fue la primera autopista, una isla puede soportar la desmesura de seis y ocho carriles contiguos

"La línea roja" de Matías Vallés (30/03/18)
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PALMA
Un periodista siempre recibe más preguntas de las que plantea, porque todo el mundo sabe que nunca dejaremos de dar una respuesta.
Por ejemplo, a menudo me preguntan cuándo se fastidió todo. Y ya sabemos que, para un isleño, “todo” es su isla y nada más que ella.
Cada vez que recibo este interrogante, mi respuesta llega fulminante: Todo se fastidió el día en que se construyó la primera carretera encima de otra.
Lo malo no fue la primera autopista, una isla puede soportar la desmesura de seis y ocho carriles contiguos.
Ahora bien, el día en que una carretera se amontona encima de otra en dos niveles de asfalto, todo está perdido.
Así ocurrió desde luego en Mallorca, y ya Maria Antònia Munar nos advirtió de las ventajas de las “carreteras a la mallorquina” sin puentes de asfalto, aunque se le olvidó confesarnos dónde se iba el dinero sobrante.
Y así ocurrió también en Ibiza, ni la magia pitiusa pudo sobrevivir a las carreteras escalonadas.
La fascinación del arquitecto Sert por Balears radicaba en la “unidad de escala” de sus construcciones. Esta coherencia tan apreciada por aquel decano de la facultad de Harvard, se arruina en cuanto colocamos carreteras a diferentes niveles.
Entonces, ¿por qué picamos cada vez? Porque los baleares somos los únicos seres que creemos que las carreteras se construyen para nosotros.




