Sobre los fondos privados de pensiones

Santa Cruz de Tenerife
Se ha montado una extraordinaria escandalera a cuenta de las pensiones privadas de Pedro Sánchez y la dirección del PSOE. La mitad de la ejecutiva socialista tiene planes de pensiones privados complementarios, y Pedro Sánchez lleva invertidos 84.000 euros en su futura jubilación. El problema –a mi juicio- no es que Sánchez tenga o no tenga un plan de pensiones de refuerzo del que le pueda corresponder como empleado del PSOE. Casi todos los españoles que pueden permitírselo aportan dinero a planes privados, entre otras cosas porque es un sistema que permite ahorrar y pagar menos en la declaración de la renta. En la mayoría de los países europeos, especialmente en dónde las pensiones son proporcionalmente inferiores a las que se abonan en España (ocurre en la mayor parte de la Europa rica), los ciudadanos acceden con absoluta normalidad a las pensiones privadas, muchas veces por aportación de las empresas que los contratan. Cuando uno negocia su salario, se interesa también por los pagos que su empresa realiza a planes de pensiones alternativos. Los fondos de pensiones privados –ya sean gestionados por entidades financieras, mutualidades o sindicatos- son hoy el mayor caladero de recursos económicos del planeta. Sin ellos y sin su aportación a la compra de deuda soberana, una inversión bastante estable, la economía moderna no se entendería.
Cuestionar la existencia de planes privados de pensiones es una idiotez. Más aún cuando se es partícipe de uno de ellos, como le ocurre a Pedro Sánchez. Pero el nuestro es un país cada día más idiotizado por la demagogia y lo políticamente correcto.
Un político sensato plantearía que los planes de pensiones privados son una alternativa razonable para quien pueda permitírsela, y estudiaría de paso la posibilidad de que las empresas españolas abonaran a planes privados una pequeña parte del salario, como mecanismo para mejorar las prestaciones futuras de jubilación. Un político sensato no utilizaría la técnica de demonizar las aportaciones a planes privados, dedicaría su esfuerzo a exigir el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones y defendería un sistema público viable. Porque cuando un Gobierno congela o reduce las pensiones es porque prefiere gastarse el dinero que recauda en otras cosas, ya sea rescatar autopistas, invertir en AVE, comprar tanques o subirle el sueldo a sus funcionarios. Y puestos a elegir, si no se pueden hacer las dos cosas, probablemente sea más justo y más decente actualizar a los pensionistas que hacerlo a los funcionarios. Pero eso no va a decirlo nadie. Mejor un poco de demagogia.




