Un equipo bendecido
El Sporting mantiene el liderato después de una agónica victoria en Valladolid que confirma que el equipo sabe sufrir y que hasta la suerte le acompaña

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Valladolid
El José Zorrilla figura en la memoria sportinguista como aquel campo donde el Sporting perdió una final de Copa contra el Real Madrid. Pero como desde eso ha llovido mucho, al entrar en ese estadio a muchos rojiblancos se les vino a la mano otro recuerdo: el de la mano antológica de Cuéllar ante Cannobio, clave para la permanencia en Primera División en 2009. Ocho años después, otra mano salvadora, la de Diego Mariño, permitió al Sporting mantener el liderato y encadenar la octava victoria consecutiva. Hubo otra mano, la de Barba, en la que el árbitro pudo pitar penalti. Pero como esa no la vio el árbitro, no quedará para la historia.
Definitivamente, al Sporting le sale todo. Absolutamente todo. Nadie le ha regalado nada a un equipo que ha pasado de muerto a invencible, que encadena ocho victorias consecutivas (igualando la mejor racha que se recuerda) y que ha pasado de la mediocridad más absoluta a un liderato incontestable. Pero también hay que admitir que este equipo, además de ideas claras, compromiso y la mejor versión de muchos futbolistas, también le acompaña la fortuna.

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Como este equipo está de dulce, el guión es siempre el mejor de los previstos. Ni en sueños se podía pensar que el Sporting marcaría prácticamente en la primera jugada del partido. Nano Mesa peleó con el ímpetu habitual un balón, le ganó la posición al central y casi desde línea de fondo asistió a Rubén García, que solo tuvo que empujarla. El Sporting le destrozaba los planes a Sergio González, que no hubiera imaginado que a los dos minutos de partido le iban a estropear su estreno.
Sin ser bonito, el resto del partido fue emocionante. Al equipo gijonés le costó controlar el encuentro. Estuvo bien armado, con los dos centrales imperiales en el juego aéreo y Sergio y Bergantiños sosteniendo al equipo en el centro del campo. Pero faltaba fluidez, las bandas flojeaban y arriba faltó algo de dinamita, aunque el trabajo de presión de Nano Mesa y Rubén García fue encomiable. Es lógico que el equipo acusara la ausencia de una referencia en ataque como Jony, o la de su máximo goleador Michael Santos. Pero hasta así gana el Sporting. La fortuna le sonrió hasta el punto de que Barba logró salvar en el minuto 91 un balón que parecía colarse en la portería de Mariño.
La Mareona sufrió lo indecible, pero ayudó al equipo y acabó encantada. Comprobando que Rubén Baraja ha logrado resucitar al muerto que cogió. Pero ya no es que respire: es que gana maratones. A este le quedan, en el mejor de los escenarios, solo 7 kilómetros. Y no solo va escapado, sino que no se le ve ni fatigado. Y tiene suerte. ¿Qué más se puede pedir? Solo que esto no pare.

David González
Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...




