El Juli rompe la Feria indultando a 'Orgullito' y desorejando a 'Chumbo'
Abrió la Puerta del Príncipe tras cortar cuatro orejas, Ponce logró un trofeo y Talavante se fue de vacío
Sevilla
El torero madrileño Julián López El Juli, que ha salido a hombros por la Puerta del Príncipe, ha protagonizado este Lunes de Farolillos en la Real Maestranza de Sevilla, durante el séptimo festejo de la Feria de Abril, una página histórica al cortar las dos orejas de su primer toro y las dos simbólicas del segundo, de nombre Orgullito con el hierro de Garcigrande, al que indultó después de una faena de largo metraje y cumbre por templada y honda. El valenciano Enrique Ponce también logró un trofeo en su segundo, mientras que el extremeño Alejandro Talavante se fue de vacío.
- FICHA DEL FESTEJO
La tarde fue de principio a fin de El Juli, que ya a su primero, un toraco de 584 kilos, aunque abrochadito de pitones, lo cuajó a la verónica cerrando el recibo con tres medias de antología. Este toro tomó dos grandes puyazos y de nuevo brilló el torero en el quite por chicuelinas. El animal se dolió en banderillas, pero fue el único lunar en su comportamiento porque, tras el brindis de Julián al ganadero Justo Hernández, 'Chumbo' fue una máquina de embestir humillado y largo al que el madrileño cuajó por ambos pitones. Un estoconazo puso en sus manos las dos primeras orejas. No obstante, lo mejor estaba por llegar y fue en el quinto de la tarde. Este toro, en el caballo de picar, ni me acuerdo qué hizo ni me importa, porque ya en el quite de Julián a la verónica empezó a apuntar sus tremendas posibilidades. Brindis al público para después, con temple, mano baja y largura de muletazos, cuajar a Orgullito en incontables series hasta hacer que la Maestranza pareciera más un manicomio que una plaza de toros. Y así hasta que el presidente asomó su pañuelo naranja para indultar al de Garcigrande.
Ponce también cortó una oreja ante el cuarto. Antes, con el que abrió plaza, pechó con un toro a menos en la muleta y muy mirón por el pitón izquierdo al que despachó de pinchazo hondo y cinco descabellos. Al cuarto, que manseó de salida y siempre estuvo muy descentrado, solo lo vio Ponce en un quite por delantales. El valenciano lo brindó al público y lo cuajó en dos intensas series por el derecho y una más al natural. El animal amagó con rajarse a partir de esa serie, tirando Ponce de maestría para deleitarnos con un epílogo de faena memorable a base de doblones templadísimos antes de despachar al toro de una estocada desprendida.
Talavante ni tuvo su tarde ni tuvo lote propicio para el triunfo. Su primero, tercero de la tarde, fue un toro sin vida que no le dio opción alguna de lucimiento y con el que abrevió de pinchazo y casi entera tendida. El de la resaca del indulto, el sexto, fue otro ejemplar algo descompuesto que precisaba de un temple que Talavante no acertó a darle en los primeros compases de la faena de muleta, un trasteo que no llegó a tomar vuelo y que el extremeño finiquitó con cuatro pinchazos, media atravesada y un descabello.