Bollos maimones
La opinión de José María Bellido

Hoy por Hoy Andújar (20/04/2018)
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Andújar
Tengo alumnado que sólo habla wólof y tendría que darles los Siglos de Oro. Normalmente se sobreentiende que el alumnado que no habla español y recibe cursos para extranjeros cursa las asignaturas de modo testimonial y naturalmente suspende, pero yo, con la flexibilidad felina que me caracteriza, quise aprovechar la coyuntura para explicar textos de Siglos de Oro con léxico wólof o, como dicen los textos, gelofe. El primero, de Rodrigo de Reinosa, me hizo desistir: “Gelofe Mandinga te da gran tormento, / don puto negro, carabayento”. Sólo por decir “negros de mierda” me cerraron Facebook dos días, y de nada valió explicar al robocensor que estaba citando a Tom Wolfe y que tanto su intención como la mía eran irónicas, así que, aparte de la SER, poca salida tiene Rodrigo de Reinosa. Pero el estar enfermo por el clima marciano almeriense y la exposición a gérmenes multiculturales (mi bisabuelo en la Guerra de África pudo constatar cómo eran especialmente vulnerables los negros a las enfermedades que los españoles y los moros medio soportaban) me ha traído a la memoria una cuestión que puede que me resuelva el problema. Oí en un barrio de Andújar a una mujer de edad explicar a otra de menos edad qué eran los maimones, alimento ideal para un niño enfermo. Los bollos maimones de los que habla el cocinero de Felipe II, III y IV, Motiño, han desaparecido en la noche de la Historia, y se han convertido en pan sopado, y desde luego no me van a curar el resfriado, pero el villancico de negros cantado en 1697 en la Real Capilla de la Encarnación de Madrid me proporciona un poco de wólof hispanizado no ofensivo: “La siola Malía,/ Virgen celestial,/ con los boyos maimones/ sopita le hará;/ gulumguá, gulumguá”.
- JOSÉ MARÍA BELLIDO




