No jueguen con la patria

León

Los nacionalismos, grandes y pequeños, suelen valerse de ocurrencias para ganar simpatías entre quienes se emocionan y se pierden con las cosas de una patria de bandera, himno y escudo. Carente de otra mercancía política, el concejal leonesista Eduardo López Sendino se colocó una banda de color magenta en el acto de las últimas Cabezadas y logró así unos instantes de gloria mediática.

Al nacionalismo leonés, que ha perdido en pocos años casi dos tercios de sus apoyos electorales, le faltan los actores populistas que un día llenaron las calles de banderas y seguidores; y, que cargaron luego las urnas con votos favorables a sus siglas. En las últimas elecciones municipales apenas lograron el 7% de los votos en toda la provincia. Sin proyecto visible, el resto de partidos sólo tiene que ponerse de magenta la bandera, la banda o la corbata.

Yo, que no siento mejor patria que la infancia, me quedo con el sentir de uno de nuestros poetas más universales, poco conocido por los leoneses y que ha muerto esta misma semana a la edad de 94 años, Eugenio de Nora. Había nacido en la pequeña localidad de Zacos de Cepeda y nos deja una hermosa producción poética cargada de compromiso con el ser humano, con el amor, la muerte, el paso del tiempo.

En su homenaje, ajeno a los nacionalismos de cartón, déjenme que finalice esta columna con unos versos suyos:

“Allí viví; aquella fue mi patria;

allí veo, aún ahora

una felicidad saltando, un niño

en la pradera, cuando el sol asoma

un niño que sonríe, cuando el valle

tiene violetas en la sombra.”